27.

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Estábamos ya cenando, era una cena bastante elegante diría yo. Veía muchos cubiertos que no sabía para qué cosa era cuál, así que copiaba todos los gestos de Jack.

—Entonces Rapunzel—Alzó mi vista ya que estaba tratando de hagarrae una uva con el tenedor—¿Eras virgen?—abrí mi ojos al escuchar esa pregunta. Obviamente que no, pero simplemente era penoso o incómodo hablar sobre ello.

—Ah...yo...ah—me había puesto nerviosa y el solamente ríen, tomándolo con un si. Entonces la música se hace presente. El se levantan camina a mi para estirar la mano, la veo sin entender y me quede viéndola un momento.

—¿Quiere bailar?—Mierda. Suspiré y con temor la tome levantándome de la silla y caminando un poco aún lado de él, se mojara frente a mí y una mano es colocada en mi espalda desnuda. Mis mejillas empiezan a ponerse rojas con tal acto y cercanía.

—¿Dónde aprendió a bailar?—pregunte para no sentirme tan intimidada. Bailaba muy bien, pero sentía como movía sus dedos para que hicieran un ligero tacto en la espalda. A mi piel le encantaba su tacto, de alguna forma tenía el control sobre ella, lo cual me preocupaba.

Luz de las velas, música romántica, Jack, que otra cosa de aquí no podría salirse de mis manos. A pesar de que tenía la compostura correcta, la estaba perdiendo.

—Mi madre, me enseñó a bailar cualquier tipo de música, la bachata es mi preferida—fruncí el ceño al escuchar tal comentario—Es qué, además de que es un baile muy sensual,  hay más cercanía  y tacto con la mujer—. Abrí mi ojos al escucharlo, nunca había escuchado ese género, pero si a Jack le gusta, es porque debe de haber mucha, pero mucha cercanía.

Alce mi vista y pude encontrar sus ojos azules, su pupila estaba dilatada, baje mi vista y se colocó en sus labios, un poco abiertos pero se podía ver un poco sus dientes perfectos y su carnosidad que tenía.

—¿Firmará el contrato o abra otro, pero para no hacerlo?— alce mi vista al escucharlo. Firmar o no, él podía controlarme, por completo.

—Si—suspiré, como si hubiera corrido un maratón de seis kilómetros—lo haré—.

Sonríe entusiasmado por escuchar mi respuesta y sin pensarlo me  a besado. Sus labios se movían con desesperación como si hubiera deseado esto por años. Coloca ambas manos en mi cintura y ciento un ligero apretón en ella. Se separa un poco de mi.

—Me has hecho sufrir un poco—lo veo con algo de seriedad, mi respiración se había agitado un poco por el beso—pensé que lo rechazarías. Estaba...asustado de que así fuera—. Sin dejar que dijera algo, vuelve a besarme con locura y pasión. Sus labios eran lo más dulce que había probado alguna vez. Era tan pero tan delicioso, que cualquier mujer se volvería adicta a sus besos, es más, se volvería a dicta a el.

Oh my Daddy!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora