—¿Y tú a donde vas tan arreglada?—alejo mi mano de la perilla de la puerta de nuestra habitación. Penélope había consolado asu prima todo el día de ayer, no nos vimos para nada.
—¿Voy a ir a desayunar?—exprese sin voltear a verla.
—¿Es pregunta o afirmación?—ríe ligeramente y se escuchan los resortes viejos que tenia la cama, se había acostado nuevamente—Tu nunca te arreglas para nada.—Muerdo mis labios, sigo sin voltear a verla.
—Pues hoy me dieron ganas de arreglarme—exprese ligeramente—además—volteo ligeramente—presiento que hoy será un día ¡fiu!—abro mis manos junto con mis ojos y la observo. Tenía el ceño fruncido y volteaba a otro lugar, como si hubiera otra persona ahí.
Rodé los ojos y me di la vuelta abriendo la puerta para poder salir.
—Bueno—suspira y abre una revista de autos.
Hoy me había arreglado, lo cual era sorprendente porque después del oso que pase ayer con mi fodonges "no sé si sea una palabra" extrema decidí que quería verme bien, o por lo menos mejor que otros días.
Me coloqué enfrente del elevador, apuntó de apretar el botón pero sonó así que significaba que alguien había bajado hasta este piso, se abrieron las puertas y era Jack con un ramo de flores. Abrí los ojos al ver aquel ramo y el sujetándolo.
—Al parecer, el destino desea que nos encontremos cada vez que vas a bajar al último piso—suspiro ligeramente y entro al elevador dando click en el botón que tenía PB (Planta baja)
—Ten, son para ti—aprieto mis labios y las tomo con delicadeza, las miro con una sonrisa y suspiro ligeramente, eran sumamente hermosas. Por lo que yo sabia él siempre daba flores, rosas, a las que pretendía pero estas no eran rosas. Eran sumamente diferentes, tenían colores preciosos, su aroma era dulce y delicado, eran demasiado...delicadas y sencillas pero su sencillez la hacía completamente hermosa a la flor.
—Son hermosas, gracias Jack—sonríe ligeramente y mete sus manos a su bolsillo.
Lo mire por unos segundos pero decido seguir apreciando las flores, el ambiente no puedo decir que se puso incomodo pero tampoco puedo decir que era muy relajado, era veo neutro, esta vez en cada piso se iba abriendo el elevador recogiendo a los alumnos que Se dirigían a la planta de abajo, a veces entraban en grupos de tres, de dos o simplemente uno, haciendo que nos separaran del otro cada vez más. No había chica que no lo volteara a ver, lo extraño es que no sentía celos y mucho menos coraje, simplemente me daba igual. Porque una de ellas puede conquistar, dejándome libre otra vez.
Al llegar todos querían salir rápidamente, ahogue un suspiro de tranquilidad para poder salir.
—sabes si te invite a desayunar temprano fue para poder besarte tranquilamente en el elevador—lo veo con asombro—lastima de que vinieron muchas personas.—me mira ligeramente con una sonrisa.
Intentó quejarme de lo que su boca a dicho, pero la voluntad que tienen sus ojos en mí me ha dejado anonada.
Es que en ellos encontró tanta tranquilidad, pero al mismo tiempo encuentro tanta rebeldía que simplemente no sé en qué pensar. Esto me pasa cada vez que veo sus ojos azules, no hay alguna imperfección en ellos, es como si fueran hechos por un pintor que aspiraba la perfección y que con su pintura lo ha logrado y ha cautivado a cientos y cientos de espectadores: muchos lo admiraran y simplemente les gustaría ser la pintura, otros se enamorarías profundamente de ella, haciendo lo imposible por verla unos momentos, otros simplemente tratarán de criticar tal belleza, y otros no sabrán que sentir al respecto como la ven, sus sentimientos no son muy estables o muy coherentes. Pues nunca habían presenciado la...perfección.
Pestañean y eso hace que regrese a la normalidad. Había ido tan lejos, pensando en lo perfecto que están sus ojos y de débil que me hacen sentir, que olvide al resto de los demás y sobre todo, olvide mi propia existencia.
—Pues yo no soy de las primeras que besan en la primera cita—exprese con indiferencia y mire las flores para yo no volver a perderme. Escucho una pequeña risa por parte de él. No lo miro ni nada.
—¿Es enserio?—lo miro con el ceño fruncido—¿No crees qué exageras?—volteo rápidamente.
—No, apenas, se "podría decir" que nos conocimos, y pues obviamente no sabemos cosas que nos gustan, ya sea del otro o de nosotros mismos, así que tenemos que conocernos y si se da en la décima sita, pues a ver— el me ve con algo de asombro y cierra los ojos para girar su cabeza unos veinticinco centímetros a la derecha que para mí es la izquierda.
—¿Décima cita?—expresa con algo de asombro...bueno, con mucho asombro—Tu promueves el romanticismo. —ríe levemente—maldita sea.—suspira—está bien. Será como tú digas.
Me quede callada y me extiende la mano para poder pasar. Okay, no sé que acaba de pasar, el me ofendió o me halago. Confusión al 100.
ESTÁS LEYENDO
Oh my Daddy!
Fantasy-No eres como las demás. -Dulce, tierna, e inocente. -Eres completamente diferente a lo que estoy acostumbrado. -Ahora tú serás completamente mía. Historia diferente, con contenido para adulto.