Capítulo 8: Estás jodiéndome

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LUCK

Aquella noche no esperaba verla, de hecho, no esperaba verla en ningún lugar por los que me aparecía de la nada.

Era sábado por la noche y todas las calles se encontraban completamente vacías, estaba decidido a lo que iba a hacer, nadie me detendría y papá estaba seguro de que era el mejor negocio que cerraría en años. Que nos mantendría el culo a salvo al menos durante el tiempo que él se encontrara en Bellemore.

Cuando aparqué la motocicleta cerca del lugar que me habían dicho, mi móvil sonó en mi bolsillo, miré el número desconocido y de inmediato contesté:

—¿Hola?

—¿Vendrás? —oí su voz.

Era uno de los tipejos que me había contactado con Fabregas, me había estado vigilando y en cuanto lo noté demasiado cerca lo encaré para que dejara de joderme, pero me ofreció conocer y trabajar con Tony, así que me pensé mejor el puñetazo que iba a plantarle en el rostro a ese idiota.

—Estoy en quince minutos ahí.

—Nos vemos —colgó.

Aunque estaba cerca, no me apetecía ir tan pronto al encuentro con, seguramente, el tipo más peligroso de la ciudad. Me fumé el cigarrillo lentamente y luego lo apagué en la solera, caminé calle arriba hasta que noté el callejón que me habían descrito, golpeé la puerta oscura que con mucha suerte la noté en medio de la nada y una ventanilla se abrió. Unos ojos oscuros me recorrieron por completo, con cejas fruncidas y aspecto frío.

—Nombre —su voz era grave.

—Luck Fenti —contesté seco.

La ventanilla se cerró y luego de unos segundos me abrieron, no era un pasillo iluminado, pero de inmediato noté que era un lugar con mucho espacio y muchas puertas.

—En el segundo subterráneo —era un hombre con cabello corto, de mirada amenazante y sin ningún tipo de nervios en el cuerpo, se notaba que tenía calle en su mirada ¿con qué monstruos trabajaba Tony Fabregas? —Tony está esperándote.

Sólo asentí y bajé las escaleras hasta el segundo subterráneo tal cual me lo había dicho el tipo, no quería correr el riesgo de averiguar más de lo que me decían y terminar con una bala en la frente por imbécil como les había ocurrido a unos tipejos hace unos días.

Cuando estuve ahí noté de inmediato su puerta, pues afuera se extendía "Fabregas". Tenía algo de nervios en el cuerpo, pues todos me habían pintado al viejo como un demonio, un idiota frívolo y sin sentimientos por nadie, así que cuando golpeteé la puerta lo hice con cierta desconfianza.

—Pasa —escuché su voz grave y tranquila.

Giré el picaporte y me abrí paso en su oficina. Su silla estaba frente a la puerta, así que no me dio tiempo de mirar nada más a mi alrededor que a él mismo. Tenía un temple sereno, pero peligroso. Me observó de pies a cabeza y esbozó una sonrisa que me caló los huesos, pues no era una sonrisa amable, era una sarcástica y arrogante que podía notarla a kilómetros, yo la usaba cuando quería joder a alguien. Ahí estaba, campante, peligroso, avasallador... En carne y hueso: Tony Fabregas. El hijo de puta más temido por las calles de Bellemore. Y eso que había estado más de 15 años fuera de la ciudad.

—Tú debes ser Luck —comentó.

Su mirada me causaba desconfianza y algo de temor. Y yo, jamás, me había sentido así antes. Me limité a asentir y cerré la puerta a mi espalda.

—Pues siéntate, hombre —soltó.

Caminé con cautela y me senté frente a él.

—Al fin nos conocemos, ya estaba necesitando a un chico de tu edad por este lugar de mierda —lo oí —, fue difícil hallarte, pero Norman me ha dado algunas pistas. —¿Qué demonios hacía mi padre dándole pistas a Tony Fabregas para encontrarme? —¿Qué edad tienes, Luck?

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