Antes de venir aquí me había imaginado diferentes situaciones, la primera era estar unos pocos meses y luego largarnos a otra ciudad, no presupuestaba conocer a más personas de las debidas ni menos encariñarme. Pero eso cambió rápidamente cuando apareció Luck como un grano en el culo recolectando margaritas para mí. Me sentía segura en el lugar que estaba, me sentía estable... y eso jamás lo había sentido en mi corta vida. Le creía todo a Luck, a sus ojos cafés claro, a su sonrisa divertida y a sus abrazos apretujados. No entendía cómo en tan poco tiempo él podía haberme cambiado tanto. Y me hacía preguntarme si quizá siempre quise a una persona así... como él.
Luego de haberme dicho que me quería, se quedó mirándome, esperando mi reacción. Pero me había quedado helada, pues nadie me decía eso además de mi padre y un par de veces que Jean estaba volando bajo. No le respondí, sólo me quedé pestañeando incrédula, no me lo creía. Sólo me acerqué y lo abracé con fuerza, él pareció conformarse con eso, porque me abrazó feliz. Luego me separé de él y lo besé con fuerza.
—Iré por chocolate caliente —le dije, él asintió rápidamente.
—Si quiero, gracias —me sonrió con inocencia que claramente no tenía.
—¿Con azúcar?
—Lo más dulce que se pueda beber eso.
Me puse de pie, le pedí que me esperara y ahí se quedó como un niño chiquito. Cuando regresé pensé que se había largado, porque así era el Luck al que estaba acostumbrada, pero no. Él seguía ahí y cuando le pasé su tazón con chocolate caliente me observó con un brillo diferente en sus ojos.
Y me encantó.
— —
Esa noche el famoso de Gus tenía una fiesta y, como siempre, todos estaban invitados, incluso las personas que no conocía. Ya había acabado la tarea de filosofía que me había dejado una profesora, así que no me costó tanto acceder al permiso para ir. Mi padre ya había aceptado un poco que me encontraba con Luck, que estábamos en algo y que estaba bien. Además, él no podía negar que seguía confiando en él, casi estaba alcanzando el nivel de confianza que le tenía a Jean. Sólo con la diferencia que Luck no iba de cara bonita a caerle bien a papá. Él me decía "me aceptará en algún momento, pero no cambiaré mi forma de ser porque él lo quiere así". Y me gustaba su decisión y sabía que a papá también.
Luck pasó por mí a las diez con treinta, me llamó por teléfono y sonreí al ver su nombre en la pantalla "Lucky Luck <3" porque sí. El corazón lo había puesto él. Me estaba esperando en su moto, así que caminé con rapidez hacia él y me subí detrás. Hacía muchísimo frío, de inmediato mi nariz se congeló. Lo apreté por la cintura sin decirle ninguna palabra.
—¿Cómo estás? —me preguntó girando levemente la cabeza para observarme hacia atrás.
—Bien —contesté.
—¿Estás nerviosa?
—¿Por qué lo estaría?
—Ni siquiera me has dado un beso.
Le di un corto beso en los labios y volví a aferrarme a su cintura.
—Tranquila Rocky, voy con cuidado —dijo con seriedad y yo solo asentí.
De verdad había cambiado un poco su forma de conducir, de hecho, estaba un poco más controlado que todas las veces anteriores. Respetaba los semáforos y no esquivaba como un maniático los autos de alrededor. Así que, si antes llegábamos a la casa de Gus en 10 minutos, ahora tardamos 20. Pero me sentí mucho más segura.
ESTÁS LEYENDO
INTERNACIONALES
ActionTony Fabregas no es una metáfora. Es un hombre real. Tony Fabregas es brillante, tanto que no te escapas de su entrecejo hasta que te tiene sentado frente a él. Es peligroso, frío como un témpano de hielo y el rey de las calles que piso a diario. ...