Acorde a que los días iban pasando, papá comenzó a confiar más en Luck y se reía, en ocasiones, de lo directo que él era. Pues no le importaba si estaba hablando con Tony Fabregas o Norman Fenti, siempre decía lo que pensaba y no temía no caerle bien a ciertas personas. A mi padre le gustaba la gente así: decidida y frontal. Aunque no dudaba que siguiera teniéndolo entre ceja y ceja.
El último examen que me tocaba dar para finalmente salir del instituto era de química. Había estudiado mucho porque me costaba y Luck había estado ayudándome con materia que él recordaba. No me dejaron asistir a la graduación porque era decisión de mis compañeros y todos habían votado que no, pues según Trey, Amy les había pedido enfáticamente que no me dejaran asistir. Pero tampoco es que iba a morirme si no iba.
Di el examen con seguridad y cuando terminé salí de la escuela esperando no regresar jamás. Sólo debía esperar mis calificaciones y un papel que acreditara que había terminado mi año escolar en la escuela de Bellemore.
—¿Qué tal todo? —me preguntó Luck.
Él había ido por mí esa mañana cuando salí de la escuela. Estaba sentado esperándome mientras fumaba un cigarrillo.
—Bien, creo —contesté.
Él me besó en la boca y luego se puso de pie.
—De seguro apruebas, si eres una cerebrito —me sonrió.
Me encogí de hombros.
—¿Desayunamos?
—Por favor, me muero de hambre —contesté mientras caminábamos hasta su moto —¿Dónde iremos?
—Cerca, conozco un lugar. No tengo muchas ganas de conducir hoy.
Todavía era temprano, así que cuando llegamos al lugar noté que no había tanta gente. Sólo un par de oficinistas que pasaban el rato con los ojos pegados en su computador. Luck me cogió de la mano y caminamos hasta la pequeña cafetería en medio de la ciudad. Al empujar la puerta sonaron unas campanitas y las miradas de las pocas personas se fijaron en nosotros. Rápidamente buscamos una mesa y cogí la carta que había encima.
—¿Qué pediremos? —le pregunté mirando de reojo la carta.
—¿Panqueques? Y jugo de naranja para mí ¿qué quieres tú? —me preguntó luego de unos segundos de haber mirado la carta.
—¿Tienes alguna obsesión con los panqueques? —entrecerré los ojos.
—¿Quién no? —se encogió de hombros.
—De acuerdo, lo mismo para mí —me encogí de hombros —pero manjar para mí, por favor.
Él rodó los ojos.
Una chica que atendía se acercó a nosotros con una sonrisa amable, pero sus ojos se clavaron en un Luck despreocupado mirando la carta. Noté que lo miró demasiado, pero no quise preocuparme de más.
—Dos jugos de naranja y panqueques —pidió Luck, alzó la vista y sus ojos se encontraron con los de la chica —. Mermelada y manjar también, por favor —finalizó, luego desvió su indiferente mirada hasta la mía.
—¿Luck? —la voz de la chica sonó confundida y también algo emocionada, como si hubiese estado esperando ese reencuentro hace tiempo.
—¿Sí? —él la observó con el ceño levemente fruncido.
—Soy Rita ¿me recuerdas?
Luck la miró un poco más analizando su rostro, luego pestañeó confuso.
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INTERNACIONALES
ActionTony Fabregas no es una metáfora. Es un hombre real. Tony Fabregas es brillante, tanto que no te escapas de su entrecejo hasta que te tiene sentado frente a él. Es peligroso, frío como un témpano de hielo y el rey de las calles que piso a diario. ...