Capítulo 1: Nómade

229K 9.8K 1.5K
                                    

PASCAL

Aquella mañana estaba sentada sobre la cama vacía mirando mis botines, ni siquiera estaba pensando en algo, pues hace mucho tiempo había dejado de pensar cuando se acercaban viajes largos. Ya estaba acostumbrada a moverme de un lado a otro, así que ahora no me causaba interés ni tristeza esos viajes de horas ni las ciudades nuevas, pues seguramente ya las conocía todas. Ser nómade era mi destino y lo tenía suficientemente claro en mi cabeza, así que encariñarme con las personas, cosas, escuelas, casas o departamentos estaba fuera de mi vida.

Mi móvil comenzó a vibrar por unos segundos, miré la pantalla con desinterés, deslicé el botón para contestarle y sin hablar esperé sus instrucciones:

—Pascal, en veinte minutos nos vamos, así que baja tus maletas porque pasarán por ti —indicó mi padre desde el otro lado de la línea.

Colgué sin responder como de costumbre, me puse de pie y le di el último vistazo a la habitación que me había recibido por el verano. No me había gustado demasiado, pero al menos la cama era espaciosa. Me encogí de hombros casi hablando con mi consciencia y cogí mis maletas. No se me dificultó el camino por la escalera pese a lo pesadas que estaban mis cosas. <<Debe ser la costumbre>>pensé.

Cuando estuve en el primer piso cogí nuevamente mi móvil para verificar la hora y, en eso, la bocina de un coche me sobresaltó en el silencio de aquella casa ahora completamente vacía. Rápidamente abrí la puerta de entrada y me encontré con los ojos marrones de Will Powell, trabajador antiguo de mi padre.

—¿Cómo estás, Pascal? —me preguntó haciéndose espacio para entrar a la casa y cogiendo mis maletas como si pesaran 2kg.

—Todo bien ¿Qué tal tú? —sonreí como siempre lo hacía con él.

Will, supongo, tiene alrededor de 50 años o quizá un poco menos. Es alto, muy alto para mi estatura, creo llegarle al tórax. Es un hombre fuerte, tanto que cuando viste de camiseta imagino que podría ahorcar a un tipo con un solo brazo. Posee varios tatuajes esparcidos por sus brazos que se hizo cuando joven, al menos eso me ha contado en los largos viajes en coche que hacemos juntos. Tiene el cabello cortísimo, casi como si le jodiera tener y confieso que su semblante intimida a cualquier persona, pero lo conozco hace tantos años que a mí no me asusta ni un poco. Es tan fiel a mi padre que fácilmente podría apostar que Will moriría antes de traicionarlo.

Me subí a su camioneta negra chocando de frente con la fuerte mirada de Jean. Apenas me vio alzó sus cejas y me sonrió.

—Buen día Pascal —oí su voz.

—Buenos días.

Me gustaría decir que Jean es mi hermano, pero sé que no lo es. Al menos no de sangre. Sus padres fallecieron cuando él tenía 9 años y eran tan amigos de papá que terminó haciéndose cargo de él. Lo crio, lo cuidó y ahora lo tiene bajo su protección y le enseña todas las cosas que hace. Supongo que es el hijo que siempre quiso tener y yo lo quiero como si fuera un Fabregas.

Es un chico rubio, alto (claramente no tanto como Will) y tiene una cara de inocente capaz de engañar a todo ser viviente. Veinteañero, juvenil, mujeriego y muy gracioso. Aunque, en ocasiones, estoy jodiéndolo porque su sobreprotección me asfixia, pero entiendo que deba hacerlo si no quiero terminar muerta.

El viaje al aeropuerto fue veloz gracias a Will que ponía un pie en el acelerador y nadie lo detenía, pero estaba acostumbrada a la velocidad, así que no me ponía histérica. Excepto por una vez que Jean casi se estrella con un árbol a mitad de camino por ir muy rápido en una curva.

Me bajé mirando hacia mis costados, tenía la mala costumbre de siempre fijarme en los policías que rodeaban los lugares, suponía que siempre iba a estar con eso metido en la cabeza, que atraparían a papá en medio de la nada y se lo llevarían a la peor cárcel del planeta.

INTERNACIONALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora