—¿Qué? —fingió no haberse sorprendido por mi pregunta —¿De qué estás hablando? No conozco a nadie con ese nombre.
—No soy imbécil.
—Al parecer sí, te estás equivocando de persona.
Iba a responderle, dispuesto a darle unos cuantos puñetazos para hacerlo hablar, pero alguien tocó mi hombro y cuando me giré a mirar vi a Frank.
—Ya basta Luck. Es nuevo, deberíamos estar dándole una bienvenida —me dijo con voz irónica. Voz que no soporté.
—No me toques —él enseguida retiró su mano de mi hombro —. Además, no estoy hablando contigo, Frank.
—Él es Mike —continuó Frank ignorando mis palabras y señalando al rubio que tenía estampado contra el auto. Al parecer el tal Mike no se esperaba que yo averiguara su nombre tan rápido.
—Así que Mike —lo miré de pies a cabeza —Frank, Mike y yo debemos hablar. Sin ti.
—¿Qué diablos te pasa conmigo? —su voz subió y me giré a mirarlo sacado de mis casillas. Solté al rubio y empujé a Frank lejos.
—Cuando aprendas a decirme la verdad, conversaremos —lo enfrenté. Frank le dio una mirada rápida a Mike y luego se largó con sus hombros tensos.
—¿Qué diablos quieres, Luck?
—¿Cómo sabes mi nombre? —me giré a mirar a Mike.
—Todos aquí saben quién eres.
Asentí, luego respiré hondo intentando pensar en Vince quien me había dicho que no fuera un impulsivo. Pero yo era más como Trey, sólo golpeaba.
—¿Qué demonios planean hacerle a Pascal?
—¡No conozco a Pascal! —se enfureció.
—Te he visto en otro lugar —fruncí el ceño.
—Claro que no. Tú y yo no nos conocemos —aseguró.
—No sabes mentir —lo miré fijamente mientras el rostro del tipo se tornaba cada vez más serio y nervioso —Cuando sepa quién eres, no querrás haber sabido de mí.
—¿Siempre vas por ahí amenazando a todo el mundo?
—Yo no amenazo. Te estoy advirtiendo porque voy a matarte más pronto que tarde.
—¿Qué demonios quieres? —me preguntó con cansancio, relajando un poco los hombros, ya que no lo tenía agarrado.
—Que me digas donde está Pascal.
—Te he dicho que no la conozco.
—Me estás sacando de quicio —me acerqué a él lentamente y él retrocedió hasta que su espalda chocó con el auto.
—¡Luck! —oí la voz de Vis a la distancia. Giré a mirarlo y me indicó con su mano mi móvil. De inmediato pensé en Franco.
Miré nuevamente al rubio.
—Tú y yo nos volveremos a ver —le golpeé la frente con la punta de mi dedo.
Él se mantuvo rígido y serio. De seguro ofendido, pero lo ignoré y caminé hasta Vis.
—Llamó Franco —señaló en cuanto estuve a su lado.
—¿Qué dijo?
—Vio al topo dirigiéndose a un bar.
—¿Cuál bar?
—El bar de Hally.
Me reí.
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INTERNACIONALES
AcciónTony Fabregas no es una metáfora. Es un hombre real. Tony Fabregas es brillante, tanto que no te escapas de su entrecejo hasta que te tiene sentado frente a él. Es peligroso, frío como un témpano de hielo y el rey de las calles que piso a diario. ...