La sentía, pero no podía verla bien. Me dolía la cabeza y lo único en lo que pensaba era en que iba a morirme. Incluso en mis peores peleas no me había sentido así de mal. Comenzó a desabrochar mi pantalón apoyando todo su cuerpo sobre mí. No podía... no...
—De...déjame —pedí, pero ella no escuchó.
Depositó una mano en mi pantalón y comenzó a masajearme. Luego sentí que chocó su boca con la mía. No pude reaccionar, ella movía sus labios, pero yo permanecía inmóvil y drogado.
Pronto comenzó a desvestirse quitándome los jeans. Pensé que pasaría lo peor, pues con sus manos había conseguido que se me pusiera dura, pero no podía sentir nada. No estaba en mis cabales, sólo era un puto reflejo. Quería detenerme, quería empujarla lejos de mi cuerpo, pero no podía. Maldición. Cuando iba a sentarse encima de mí, la puerta se abrió y cuánto agradecí que eso sucediera. No sabía quién demonios estaba en la puerta, pero Amy se alejó completamente de mí.
—¡¿Qué mierda creen que hacen?! —se alteró aquella persona. Era un hombre... si... ¿Dan?
Sentí unas fuertes manos sacarme de la cama, me puso de pie con más fuerza de la debida y cuando me soltó para seguir enfrentándose a Amy, todo giró a mi alrededor y caí al suelo golpeándome la cabeza.
—¡Sal de aquí Dan! —le gritaba ella.
—¡¿Qué demonios tienes en la cabeza?! —gritaba él con enfado.
—Sólo estábamos divirtiéndonos.
—¡Lo has drogado! Pascal era tu amiga, Amy.
—Era —zanjó ella.
—¡Eres una maldita despechada Amy! Esto sólo lo haces porque estás enfadada y no recuerdo haberte conocido como tal.
—Estarás del lado de ella ¿no?
—¡No puedo estar de tu lado en esto! —continuó Dan notablemente alterado —¡Ya vete de aquí, Amy!
Sólo podía ver sus pies moverse y oír sus voces a la distancia.
—¡Eres un mal amigo! Me conoces de antes que a Pascal. Sólo la estás cuidando porque es hija de Fabregas.
Dan bufó furioso.
—Vete, Amy —su voz sonó controlada, pero consiguió que Amy recogiera todas sus cosas y se largara de la habitación dando un fuerte portazo.
Dan me ayudó a levantarme del suelo, pude ver que hizo una mueca al ver mi rostro y me dejó acostado en la cama.
—Dani... —intenté hablar, pero me pesaba la lengua.
—No hables idiota, tú también eres culpable de todo esto. Quédate aquí.
Dan salió de la habitación luego de unos minutos. Miré el techo que se veía borroso, no entendía por qué ahora yo era el culpable si Amy me había drogado. Nunca había estado cerca de eso, pues siempre me enseñaron a cuidar lo que tocaba, lo que bebía y con quien estaba, pero... ¿desconfiar de Amy?
— —
—Despierta imbécil —oí el grito de una persona que no era Dan. Mis oídos retumbaron y apreté los ojos con fuerza.
—¡No grites! —solté con fuerza.
Me senté en la cama totalmente descompuesto, abrí lentamente mis ojos y la luz del día chocó con mi rostro. El dolor de cabeza se hizo presente como un rayo. Oí unas carcajadas y reconocí la voz de Dan. Lo observé. Estaba sentado junto a Gus.
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INTERNACIONALES
ActionTony Fabregas no es una metáfora. Es un hombre real. Tony Fabregas es brillante, tanto que no te escapas de su entrecejo hasta que te tiene sentado frente a él. Es peligroso, frío como un témpano de hielo y el rey de las calles que piso a diario. ...