LUCK
Me dolía todo. Y no quería reconocerlo. Al menos no en voz alta.
Por segunda vez estaba confirmando que no era fácil escapar de los recuerdos, de las palabras dolorosas y de las lágrimas de personas que querías de verdad.
Sabía que no era buena idea enamorarme. Lo sabía...y lo hice. Me enamoré. Siempre había mirado el amor desde afuera, manteniéndome al margen porque no encontraba razones suficientes para querer a alguien con fuerza. Siempre jugué, siempre me divertí y nunca imaginé algo serio. Pero claro, apareció ella, con su sonrisa infantil y ojos azules oscuros... ¿y si sólo se me estaba devolviendo lo mal que me había comportado con otras chicas? ¿Existía el karma?
Quería regresar atrás, a ese Luck libre, libre de sentimientos, libre de responsabilidades afectivas y esas mierdas, pero me estancaba cuando pensaba en su cabello castaño. Me había cambiado toda la vida. Se había escabullido en mi interior como un escarabajo, se había metido en mi piel consiguiendo que en sus ojos encontrara la paz y tranquilidad que siempre anhelé. De verdad la quería, joder, la quería con toda mi puta vida.
Me sentía mal. Como hace años no me sentía. Pensé que ella me conocía bien, que me conocía lo suficiente, que me aceptaba y me amaba siendo un imbécil. Pensé que no se alejaría de mí, menos por un idiota.
Quería que se arrepintiera de la decisión que había tomado esa noche, quería que me llamara, que me encontrara en la oficina de Tony o que apareciera frente a mi departamento. Quería verla frente a mí. Porque yo no regresaría, no sería capaz de plantarme frente a ella y escuchar nuevamente que no quería estar junto a mí.
De verdad iba a esperarla...de verdad iba a ser ese tipo que se olvida de todo si ella regresaba a mí.
Pero no regresaría yo. Y si ella no volvía... esperaba olvidarme de todo lo sucedido lo más rápido posible. Hundirme en mi mierda, en mi infierno, en las calles que me habían visto crecer. Porque eso era al final del día. Soledad, cigarrillos, motocicletas, carreras, alcohol, fiestas...y putas.
— —
Una semana después
Cuando me enteré de que Ryan había dejado la clínica porque estaba estable, quise hablar con él. Había estado pensando pese a que había cortado toda comunicación con Pascal durante esos días, había sido un puto cavernícola incapaz de controlar los celos y la prepotencia...y aunque él era un imbécil no creía que se merecía tanto puñetazo en el rostro.
Me conseguí su dirección y fui un día después que salió de la clínica. Las calles por las que él vivía eran de las más distinguidas en Bellemore...llena de árboles, flores coloridas y grandes calles. Casas antiguas, caras, infestadas en dinero. De inmediato me sentí fuera de mi zona, pero no me importó cuando aparqué la moto afuera de su casa.
Toqué el timbre un par de veces hasta que se asomó una mujer mayor quien supuse era su madre. Iba muy bien peinada, me miró de pies a cabeza y frunció el ceño.
—Hola ¿está Ryan? —pregunté antes de que creyera que iba a entrar a robarle todo.
—Si ¿Quién lo busca?
—Luck —contesté seco —¿Podría decirle que necesito hablar con él?
—¿Debería preocuparme? —me juzgó por mi atuendo oscuro y supongo que los tatuajes.
—No —sonreí un poco, falsamente.
La mujer entró a su casa y el siguiente en salir fue Ryan. Todavía tenía un parche en una ceja y una herida en la boca. Me observó en la distancia con seriedad y pese a querer reír un poco de lo mal que se veía, me mantuve serio. Lo vi acercarse a abrir la puerta de afuera.
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INTERNACIONALES
ActionTony Fabregas no es una metáfora. Es un hombre real. Tony Fabregas es brillante, tanto que no te escapas de su entrecejo hasta que te tiene sentado frente a él. Es peligroso, frío como un témpano de hielo y el rey de las calles que piso a diario. ...