Capítulo 11: Una borracha olvidadiza

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Claro que quería decirle la verdad, pues jamás le había mentido, pero sus ojos estaban mirándome tan fijamente y tenía un carácter tan complicado que los nervios comenzaron a comerme.

—¿Por qué?

—Sólo dime...

Tragué saliva.

—Si.

—Al fin lo admitiste —soltó y yo fruncí el ceño.

—¿De qué hablas?

—¿Creíste que nunca me enteraría? Jean te tiene entre ceja y ceja, Pascal. Desde lo que ocurrió aquella navidad todo... bueno... ya sabes —cortó lo que estaba diciendo.

Respiré hondo.

—¿Ese Jean no puede cerrar la boca?

—¿Cómo lo conociste? —ignoró mi comentario.

—Me defendió de un idiota en la calle.

Asintió levemente.

—No me ha hecho nada malo —dije rápidamente.

—¿Y por qué él no me dijo que te conocía ya?

—Porque él no sabía que tú eras mi padre, yo me adelanté a decirte que no nos conocíamos para que no te enfadaras... —no podía creer que estaba, prácticamente, defendiéndolo.

—¿Y si me enfado qué?

Me encogí de hombros.

—Luck no es para ti —zanjó con dureza.

—No somos nada.

—Tienes que mirar más allá de estos chicos de las calles, hija. No a un tipejo como Luck.

—¿A qué viene todo esto?

—Porque sé que un tipo como él no tiene intenciones de ser sólo tu amigo.

—¿Insinúas que puedo ser su amiga? —alcé las cejas.

Él me observó con seriedad.

—No. Todavía no confío en él.

Asentí silenciosa.

Había terminado el infinito folio de matemáticas, así que lo llevé con mucho entusiasmo esa mañana a la escuela, Trey apenas hizo contacto visual conmigo esbozó una pequeña sonrisa. Me vio dejar las cosas en mi casillero y vi de reojo que venía hacia mí.

—¿Tenemos oportunidad de tener la nota máxima? —me preguntó apoyándose en el casillero del costado.

—Eso espero.

—¿Amy terminó?

—Si, estuve ayudándola.

Él asintió en silencio y antes de poder ignorarlo y seguir con mi camino hasta el salón de clases, habló:

—¿Por qué no me dijiste que salías con mi hermano?

Me giré hacia él.

—Ni siquiera sabía que era tu hermano —contesté rápidamente —Y no salgo con él.

Él rodó los ojos.

—Luck sale con todas —contestó y yo fruncí el ceño exageradamente.

—Yo no soy todas.

Él asintió lentamente, casi convenciéndose a sí mismo de lo que le había dicho. Iba a caminar al salón, pero recordé algo y me volteé hacia él.

—¿Sabías que era hija de Tony Fabregas? —bajé la voz.

—Desde que atravesaste la puerta del salón lo supe, Pascal.

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