Siento unos lametones en mi cara y me rio por las cosquillas que me producen. Abro un ojo lentamente y observo a Babieca con la lengua hacia fuera, dispuesta a chuparme la mejilla una vez más.
-Buenos días a ti también.
Me desperezo tranquilamente entre las sábanas, hoy tengo una misión especial. Bajo al comedor, donde mis amigos ya están desayunando. Les saludo y voy a la cocina a prepararme un café, podría prepararme una tostada también, pero tengo que alimentar a Babi, y no pienso dejar mi casa sin existencias de pan, además de que últimamente no tenemos demasiada comida en Alexandría.
-¿Qué tienes pensado hacer hoy, April?-me pregunta Eric.
-Bueno, había pensado acercarme a conocer a los nuevos.
-Oh, genial, te caerán bien.
-¿Cómo lo sabes?
-Ellos han estado fuera desde el principio, luchando por sobrevivir. Sé que tú no has estado tanto tiempo al otro lado, pero sí el suficiente para que una parte de ti quiera compartir esas vivencias con alguien que también las haya experimentado.
Me quedo mirando al pelirrojo muy confusa. ¿Cómo es que le han caído tan bien?
-Te equivocas, Eric. Si de veras piensas que quiero compartir algo de lo que me ha pasado, estás equivocado, porque lo único que pretendo es olvidarlo. Siento que esa gente haya tenido que estar dos años intentando sobrevivir, pero eso no quiere decir que tenga el mínimo interés en que me lo cuenten. Todos hemos perdido mucho desde que esta mierda empezó, y no nos vamos quejando por los rincones, esperando que a alguien le importe.
Termino mi café y abandono la mesa un tanto molesta. ¿Es que acaso la gente de este pueblo me ve como una persona débil que necesita contar sus problemas? Pues no es así, mis problemas y yo estamos muy agusto conviviendo solos.
Me visto y me aseo rápidamente. Miro mi reloj y veo que son las doce, buena hora para entregar esas toallas. Recogo mi pelo en una pequeña coleta y me dispongo a bajar las escaleras, cuando recuerdo algo.
-¡Babieca!
Corro a mi cuarto y cuando llego veo a la perrita totalmente quieta sobre una alfombra. "Qué raro", pienso, "Quizás Babieca tenía dueños antes de que el apocalipsis llegara".
-Buena chica.-digo acariciándola cuando llego a su lado.-Saldré fuera un rato, quédate aquí y no armes jaleo, ¿vale?
Beso su cabecita y cierro la puerta de la habitación. Cuando llego a la planta baja, veo a Eric sentado en el sofá, sin hacer absolutamente nada. Siento una punzada de dolor en mi pecho, y me doy cuenta de lo idiota que he sido al pagar mis sentimientos con él, debo disculparme.
-Esto, Eric...
-¿Si?-dice cuando se da cuenta de que me he sentado a su lado.
-Siento, siento lo de antes. No sé que me ha pasado, pero no tenía que hablarte así.
-No, tranquila, lo entiendo. A veces se me olvida que tú has vivido cosas que yo no he vivido, y que no siempre es agradable recordarlo. Ya no eres la niña a la que rescatamos hace dos años, pero una parte de ti se quedó ahí detrás, y no puedo obligarte a que pases página tan fácilmente. Para mi eres como una hermana y siento la obligación de protegerte y aconsejarte, aunque no siempre tenga razón.
-Gracias, Eric. Tú también eres como un hermano para mí, te estoy eternamente agradecida por todo lo que haces para protegerme. Te quiero.
-Y yo a ti, April.
Ambos nos abrazamos y él deposita un beso en mi frente. Creo que no hay sentimieno mejor en este mundo que el de sentirse querido, y yo lo estoy experimentando ahora mismo.
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Until Death Do Us Apart |Daryl Dixon|
FanfictionApril lleva más de un año en Alexandría. Sin pistas de dónde puede estar su familia, sin garantía de una larga vida, pero al menos sin estar rodeada de los herrantes. Su oportunidad de oro llega cuando un grupo nuevo aparece en la comunidad. Uno de...