Until Death Do Us Apart |Daryl Dixon|

Capítulo 6

-Oh, fíjate, parece que April quiere seguir durmiendo, ¿verdad, Babi?

Abro los ojos lentamente para acostumbrarme a la luz de mi cuarto.

-Creo que debería saber que los dormilones se quedan sin chocolate.

Automáticamente, mi cuerpo se levanta y se abalanza sobre la figura que mis ojos aun ven borrosa.

-¿Has dicho chocolate?

-Exacto, he mentido a Olivia diciendo que es mi cumpleaños y me ha dado dos honzas. ¿Te gustaría comerte una?

-Oh Dios, ¡me encantaría!

-Pues entonces levanta de una vez.

Al fin consigo enfocar la imagen de Enid tirada en el suelo bajo mi cuerpo. Hago lo que me dice y me entrega la honza.

-Vístete, los chicos nos están esperando para jugar a las cartas.

-Verás, Enid, hoy no puedo ir.

-¿Por qué?

La miro dudando si contarle lo que tengo planeado, ella se da cuenta de mi nerviosismo y me coge ambas manos.

-April, cuéntamelo.

-Necesito que me ayudes con algo...

Ha pasado media hora desde que salí de casa diciendo a los chicos que pasaría la mañana con mi amiga. Aprieto una vez más los cordones de mis botas y me pongo la gorra que ella me ha prestado. Aseguro mi machete en el cinturón, ya estoy lista.

-¿Segura de que quieres hacer esto?

-No es para tanto, solo me alejaré un poco más de lo habitual.

-Es peligroso.

-¿Qué no lo es tras la verja?

Enid resopla y me da un walkie-talkie.

-Nos mantendremos en contacto, hazme saber cómo estás cada media hora, yo te iré informando de lo que pasa por aquí.

-De acuerdo.

-Y April, ten mucho cuidado, por favor.

Me abraza durante unos segundos y cuando termina asiento con la cabeza para que sepa que lo tendré. Me despido de ella y salgo a la calle, que hoy está más llena de gente, para llegar al lugar por el que escaparé. Corren rumores de que una chica del grupo nuevo empezará a vigilar en la torre de Alexandría, justo al lado de la valla hacia mi libertad, pero por el momento no hay nadie ahí arriba, lo que es una suerte. Escalo y bajo en el otro lado, estoy más emocionada de lo normal por esto. Y bueno, cómo no estarlo, si todo sale bien éste será mi pase directo al puesto de reclutadora de la comunidad.

Es extraño poner un pie en el bosque que comienza al final del claro al que Enid y yo solemos ir cuando salimos, es más extraño aun no haber encontrado ningún herrante en el camino. Un ligero escalofrío recorre mi cuerpo de arriba abajo, es la primera vez que me adentro entre sus árboles, no sé que me voy a encontrar. Camino despacio y con el machete en la mano, el silencio del lugar es abrumador, no recuerdo haber tenido tanto respeto por una situación así en mi vida. Cuando voy en busca de pistas sobre Nathan y Grace no suelo estar tan tensa, voy relajada por los caminos que recorro. Sin embargo, ahora desconfío plenamente de mi habilidad para mantener la calma, sobre todo cuando piso una rama cuyo crujido se escucha por todo el bosque. Unos gruñidos se escuchan a lo lejos, me han oído. Espero a los herrantes en mi sitio, tan solo tendré que matar unos pocos y podré regresar.

El primero de todos es un hombre bajito, o lo que queda de él, al que le falta un brazo, presa fácil. Clavo el machete en su cabeza y lo saco para cortarla. Una. Dos nuevos amigos se dirigen hacia mí, esta vez son mujeres, me acerco a la primera y repito el mismo proceso que realicé con el anterior. Dos. Cuando le toca a la tercera, decido explayarme un poco, esto ha sido demasiado fácil. Primero, le corto un brazo, y ella gruñe aun más fuerte; mientras silbo una cancioncilla, corto el segundo; por último, una pierna. Al ver la imagen de la chica en el suelo con tan solo una de sus extremidades, decido que ya he sido suficientemente cruel. Me dispongo a clavarle el machete en la cabeza, pero entonces uno al que no había escuchado me coge por la espalda.