Capítulo 38

338 19 0
                                    

Vuelvo a esconder un mechón de pelo tras mi oreja y a colocarme la gorra lo mejor que puedo.

-Todo irá bien.-dice Morgan, que está sentado a mi lado en un coche que nos lleva al intercambio.

Llevamos una hora subidos en ella, estamos a punto de llegar a nuestro destino. Los soldados del Reino me han ayudado a vestirme como ellos, dejándome armaduras, ropa y zapatos. Lo de la gorra fue un detalle que decidí añadir justo antes de salir del Reino. ¿Y si cuando lleguemos resulta que los Salvadores me reconocen? No quiero ni imaginarlo.

Llegamos a un aparcamiento bastante grande, el coche y la camioneta que nos acompaña, en la que ayer iban montados todos, frenan hasta detenerse. Todo el mundo comienza a bajarse de los vehículos.

-Todo irá bien.-me repite una vez más Morgan cuando salgo al exterior.

Mis pies se mueven inquietos en el asfalto, me siento insignificante entre toda esta gente. Levanto la vista y de pronto veo una gran mancha de sangren unos metros por delante de mí, sobre ella hay dos varas. Me giro hacia Morgan y él me asiente agachando la cabeza, confirmando lo que ya sospechaba: en ese lugar habían disparado a Benjamin. Me acerco y cojo las varas, mirando con más atención la mancha en el suelo, intentando imaginar al chico a mi lado, diciéndome como Morgan que todo irá bien.

Regreso a mi sitio y le doy las varas a Morgan, él insiste en que me quede con la de Benjamin. Un motor se escucha a lo lejos, en pocos segundos el vehículo de los Salvadores aparca frente a nosotros y un nudo se forma en mi garganta. Sin embargo, siento alivio al comprobar que no conozco a ninguno de los hombres que salen del coche. A pesar de que todos tienen cara de pocos amigos, ninguno parece demasiado amenazador.

-¿Cómo está el chico?-pregunta uno de ellos, supongo que el que está al mando de todo.

Siento un ligero pinchazo en el pecho cuando termina de hablar, también siento la mirada de uno de los hombres, de larga melena, sobre mí, y me siento más incómoda de lo que debería. Sabía que llamaría la atención, pero no pensaba que le fueran a dar mucha importancia.

Nadie en mi grupo responde ante la pregunta del jefe, por lo que este se da cuenta de que ha muerto. Justo cuando lo hace, le echa una bronca monumental al hombre de la melena, que aparta su vista de mí para centrarse en su superior, este le hace marcharse del lugar, no sin soltarle unos cuantos insultos y amenazas antes.

-Supongo que tú le sustituyes.

La sangre se me hiela cuando el hombre se dirige hacia mí y me mira de arriba abajo, estoy segura de que Ezekiel siente algo parecido.

-Sí.-contesto con voz algo grave, intentando que no se parezca a la mía.

-Deberías quedarte en casa, niña, este no es sitio para ti.

Yo asiento para evitar volver a hablar.

El hombre se retira y drige su mirada a Ezekiel.

-¿Lo traéis?-le pregunta.

El famoso hombre que me hizo de guía en el Reino avanza hacia la camioneta y coge una caja de madera, dentro de esta hay un melón. Siento un terrible mareo cuando soy consciente de que esa es la razón por la que Benjamin murió.

-Solo quiero decir que lo entendemos.-dice el hombre mientras da la caja al Salvador.

Justo entonces veo a Morgan avanzar hacia el guía y golpearle en la cabeza con su vara. El hombre cae al suelo y Morgan se sitúa sobre él, agarrándole del cuello y ahogándole. Ezekiel grita para que pare, el resto miramos horrorizados, pero él continúa. Unos segundos después golpea su cabeza un par de veces contra el suelo y vuelve a presionar con fuerza su cuello hasta que, al fin, le mata.

Until Death Do Us Apart |Daryl Dixon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora