Capítulo 14

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-April, tienes que marcharte.

-No te voy a dejar...

-¡Tienes que marcharte!

-Grace está subida a un árbol a unos metros de aquí, hacia la derecha. Gracias por todo, papá.

Gracias por todo, papá.

Gracias por todo, papá...

Gracias por todo, pa...


-¡Ah!

Abro los ojos de golpe y miro a mi alrededor mientras intento situarme. No estoy en el bosque, Grace, Nathan y Negan no están en peligro, una vez más he vuelto a soñar con ellos. Pensé que después de un mes sin verles ya no volvería a ocurrir, me equivoqué. Me doy cuenta de que anoche no me fui a la cama, sino que me quedé apoyada en la puerta, escucho unos pasos al otro lado que frenan justo frente a mi habitación. Solo tengo que escuchar la voz para saber de quién se trata.

-Anoche no cenaste nada.

-Sí que lo hice.

-Solo tocaste las patatas.

-No me apetecía nada más.

-Tengo la bandeja con el desayuno en la mano, ¿vas a tomar algo?

-No, no tengo hambre.

-Dejar de alimentarte no va a servir de nada, ¿sabes? Podrías salir para que hablásemos.

-Déjame en paz, por favor.

-April...

-Por favor.

Aaron se rinde y baja las escaleras suspirando. Tengo muy claro que esta rabieta de niña pequeña no me sirve de nada, al igual que mi huelga de hambre, pero no soy nadie para obligar a mi estómago a comer si no le apetece. Mis ojos están hinchados, mi pelo sucio, mi cuerpo débil, estoy hecha una mierda, pero no voy a salir de aquí por ahora. El silencio de mi habitación me reconforta, el sonido de la nada es perfecto para una persona que va a pasar el resto de su vida sola.

Las patas de Babieca arañan la puerta de la habitación una vez más, creo que es la cuarta desde que hace dos días me encerré aquí. Los chicos y ella no han sido los únicos que han estado ahí detrás, también algunos amigos lo han hecho. Spencer me propuso ir al puesto de vigilancia a charlar, Tara y Denise una tarde de chicas en su casa, Enid una salida al bosque para matar algún caminante... Yo no acepté ninguna, mi estado físico y mental no me lo permitían. Joder, hasta Eugene vino para recordarme que teníamos tarde de lectura y yo le dije que no me apetecía. Su respuesta fue que llamaría a Daryl para que viniera y me consolase por lo que narices me estuviese pasando, pues para él se había convertido en mi salvador. Si solo supiese... De todos modos, sé que no lo hará.

-Oye, chica, ¿podrías irte a otro lado? Me estás levantando dolor de cabeza.

Babi ladra un par de veces y sigue arañando durante varios minutos, esta vez no se da por vencida. Abro la puerta sabiendo que si sigo escuchando el ruido que hace la cabeza me va a estallar. La perrita entra corriendo y yo cierro la puerta al instante, ella viene hacia mí y me lame toda la cara, sin embargo, para al darse cuenta de que esta vez no me estoy riendo ni acariciándole por ello. Se sienta y me mira fijamente, intentando descifrar qué me ocurre.

-No me mires así, yo soy la víctima de todo esto.-Babieca ladea la cabeza sin entender. ¿Cómo va a entenderme un perro?-Te juro que desde el día que salimos juntos a buscar comida y reclutar gente sentí que entre nosotros podría haber algo bonito, algo más que una amistad, ¿sabes? Cuando me salvó de un caminante en la zona de contrucción de muros, la proposición de ir en moto con él, el abrazo después de los ataques... ¡Hasta me dijo que me había echado de menos! Era justo pensar que él también sentía algo.

Until Death Do Us Apart |Daryl Dixon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora