Capítulo 25

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-Vaya, ya era hora de que fueras despertando...

-Hmm...

-No, tranquila, no intentes levantarte ni hablar, no debes malgastar fuerza.

Abro los ojos lentamente mientras intento incorporarme, pero unas manos me lo impiden. Me duele mucho la cabeza y no reconozco la habitación en la que me encuentro.

-¿Do...? ¿Dónde estoy?

-Sé que todo esto te tiene confundida, pero hacer muchas preguntas no te va a ayudar, espera a encontrarte mejor.

Centellantes recuerdos de anoche invaden mi cabeza y miro horrorizada al anciano hombre que está frente a mí.

-¿Dónde estoy? ¿Qué me ha pasado?

-De acuerdo, jovencita, ya veo que no piensas hacerme caso. Estás en el Santuario, los nuestros te trajeron aquí hace un par de días con una gran brecha en la cabeza, de no ser por ellos estarías muerta.

-¿Quiénes sois?

-Bueno, algunos nos llaman los Salvadores.

Abro demasiado los ojos y el dolor de cabeza se acentúa.

-Quiero irme de aquí.-digo levantándome de la camilla en la que me encuentro.

-¡Eh, alto! Aun estás malherida.

-Me da igual, me largo de aquí.

-Me temo que no es tan sencillo.

-Claro que lo es, aparta.

Me dispongo a salir cuando el hombre me sujeta con fuerza del brazo.

-No tan rápido, April. Hay alguien que quiere verte.

Me llevo la mano a la frente y aparto el sudor de esta.

-¿Cómo sabes mi nombre?-exijo saber mientras me zafo de su agarre y le miro fijamente.

-Lo descubrirás si me acompañas.-mi respuesta es una mirada de inseguridad.-¡Venga! No soy mala gente.

No digo nada, el hombre sale de la habitación y yo le sigo, estoy asustada, pero a la vez deseosa de saber por qué me conoce. Caminamos a través de varios pasillos, el ambiente es sombrío y silencioso, no demasiado acogedor. Parece que el edificio es una antigua fábrica, en algunos rincones hay hombres que sujetan armas, un pequeño nudo se forma en mi garganta al notar sus miradas serias sobre mí.

-Hemos llegado.-indica el anciano parándose frente a una puerta.

-¿No vas a entrar?

-Me han dado órdenes de dejarte sola.

-Pero ni siquiera sé quién me espera al otro lado, ¿cómo sé que esto no es una trampa?

-Solo tienes una forma de saberlo.

Miro el pomo de la puerta y trago saliva, para cuando quiero darme la vuelta el anciano ha desaparecido. Llamo un par de veces para no parecer maleducada, aunque la situación pide a gritos que derribe la puerta ya.

-Adelante.

Un escalofrío me recorre de arriba abajo cuando una voz masculina contesta al otro lado, juraría que la conozco, pero cuando intento acordarme del por qué la cabeza comienza a dolerme de nuevo. Giro el pomo lentamente y abro, entro en una sala que se ha convertido en una especie de casa, tiene un sillón, una cama y varios muebles, está bastante ordenada y es grande. En medio hay un hombre sentado en una silla de tal forma que me da la espalda.

-Hola.-digo para que note que estoy ahí.

Él suspira y se lleva una mano a la cabeza.

-Ha pasado tanto tiempo... Ya ni recordaba tu dulce voz.

Until Death Do Us Apart |Daryl Dixon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora