Presencia masculina

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Las chicas también se quedaron un poco impresionadas cuando lo vieron, pero yo más. ¿Qué significaban estos sueños? Y lo peor es que no podía hablarlo con nadie, no conocía demasiado a las chicas y no teníamos la confianza suficiente.

Seguimos caminando hacia su mesa y el nos miraba, con un poco de curiosidad, las chicas ya habían quitado su cara de sorpresa, pero se miraban mucho entre sí, mi instinto de chica me decía que les parecía muy atractivo.

-¿Tu eres 12?- Preguntó 16

-Supongo que sí, eso es lo que me dijo la Señora Sierich- Tenía una voz muy masculina y era bastante atractivo.

-Sí, eres 12- Recalcó 15

-Nosotras somos 13, 14, 15,  y 16- Señalándonos a cada una.

-Supongo que es un gusto.....-Se notaba que no tenía ganas de hablar, pero lo que las chicas no tenían en cuenta que para estar acá tenía que haber perdido a sus padres, y yo sí lo entendía. Es por eso que me senté a su lado, le pasé un brazo por los hombros y le susurré:

-¿Estás bien?-El me miró a los ojos, y vi como su interior se quebraba mientras que le daban ganas de llorar. Las chicas simplemente estaban ahí paradas, sin saber como reaccionar ante mi sorpresiva muestra de empatía. De la nada comenzó a llorar y puso su cabeza en mi hombro. Las chicas también se sentaron, pero del lado contrario de la mesa de donde estábamos sentados 12 y yo.

Cuando 12 terminó de llorar le pregunté:

-¿Que te parece si desayunamos?

-Está bien

Nos levantamos y nos dirigimos a una mesada larga, que tenía bandejas con manzanas no en gran cantidad, una jarra de leche, platos encimados, y vasos. Yo tomé una manzana y me serví un vaso de leche. Y todos los demás hicieron lo mismo. Volvimos a sentarnos de la misma forma en la que estábamos antes, yo al lado de 12 y las chicas enfrente nuestro. Entonces 12 comenzó con las preguntas.

-¿Donde estoy?

-Estás en el internado del infierno-Al parecer 15 se había levantado bromista.

-¿Para qué son todas esas reglas?

-No sabemos porque, solo sabemos que a Sierich es algo obsesiva y parecen no agradarle los adolescentes-14 estaba siendo algo sarcástica

-¿Son las únicas huérfanas que hay en el internado?

-Sí- Dije yo- Hasta donde sabemos éramos las únicas hasta que llegaste

-¿Porque los números?

-No sabemos- Dijo 16 con total sinceridad.

Del pasillo del que salimos nosotras apareció el guardia,y se acerco velozmente hacia nosotros, para luego tomar a 12 y a mí del brazo y llevarnos por donde vinimos.

-La Señora Sierich quiere verlos a ambos- Fue lo único que dijo, y nos llevó hacia la oficina de Sierich. Tocó la puerta dos veces, como la primera vez que entré allí.

-Adelante- Se oyó la voz de la Sierich provenir de la habitación. El guardia abrió la puerta y nos empujó dentro, para después entrar él y cerrarla.-Siéntense-Nos ordenó con un tono de voz muy demandante. Obedecimos y nos sentamos.

-El primer día que vinieron aquí les dije unas cuantas reglas, que daba por seguro que sus diminutos cerebros habían entendido, pero al parecer no. ¿Me pueden explicar porqué estaban abrazados?- Nos miraba a ambos, con unos ojos de fiera inquisidora.

-Yo simplemente me encontraba mal y ella me consoló- Me sorprendí al escuchar la voz de 12, defendiéndome.

-Entraste hoy a este instituto, y ya quebraste una regla, ambos tendrán un castigo. Stewart, llevátelos, y enciérralos en las celdas.- A Sierich parecía no importarle para nada nuestro bienestar, y eso no me sorprendía.

- Pero ella no hizo nada malo, acepto toda la culpa, y su castigo- 12 estaba comenzando a levantar la voz, y Sierich cada ve fruncía más el ceño.

-Muy valiente de tu parte jovencito, me recuerdas a alguien que conocí hace mucho tiempo, era impulsivo y torpe. Aún así ella recibirá su castigo merecido. Stewart llévatelos, no lo volveré a repetir.
Y así es como mi nuevo amigo 12 y yo terminamos encerrados en una especie de calabozo por 6 horas, al menos no estaba sola y tenía alguien con quién hablar.
Me contó que el y su familia vivían en una casa cerca de un bosque y que estaba en el patio trasero cuando la casa estalló en llamas, pero que su familia estaba dentro de la casa y murió quemada o aplastada mientras que la explosión hizo que unos vidrios sltaran en su dirección y el se defendió con los brazos, provocandose profundas cortadas.
Yo no quise hablar de mi familia, aún no me sentía para nada lista de afrontar lo  que pasó.
Y así es como pasamos nuestro castigo.

PrisioneraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora