Capítulo 1: "En Camelot no hay lugar para la magia"

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Las campanas de Camelot resuenan por todo el castillo, algo ha pasado, esas campanas no las hacen sonar por que si.

-Astrid- Le llamo a mi sirvienta, rápidamente llegó, me ayudó a ponerme la capa y salimos de mis recámara.

Al hacerlo encuentro en mi camino a mi hermano, mi mellizo, Arthuro Pendragon, príncipe de Camelot, nuestro futuro rey.

-¿Que ha sido está vez?-

-Hechicería- Al escuchar el motivo, los vellos se me pusieron de punta, en Camelot no hay lugar para la magia o al menos eso es lo que nuestro padre ha dicho siempre, mis ideales por otra parte son diferentes, aunque no se muy bien cuáles son los motivos de mi padre para estar en contra de esta. -Amira- Mi hermano me saca de mis pensamientos.

-¿Si?- Le respondo intentando ocultar que me ha sobresaltado un poco.

-Estas un poco despistada, ¿No crees?- Estaba punto de responderle cuando el hablo. -Bueno no me sorprende, Amira Pendragon la princesa más distraída de los cinco reinos, siempre estás en las nubes hermana-

-Eso no es verdad- Cuando lo dije, mi hermano ya no estaba a mi lado, estaba atrás de mi.

-Amira es por aquí-

Camine con la cabeza en alto, pero al pasar alado de mi hermano ambos reímos. Me encanta cuando es Arthuro y no el príncipe, mi hermano quiere demostrarles a los demás que es el mejor, o no a los demás si no a mí padre, aunque aveces se comporta como un idiota tiene un gran corazón.

Un hechicero estaba a punto de morir por juicio de mi padre, no podía mirar a otro lado por más que quisiera, soy la princesa de Camelot y tengo que seguir cierto protocolo. Mi hermano estaba pasándola mal al igual que yo. El hechicero fue asesinado, teniendo como consecuencia a su madre muy furiosa, quien amenazó a mi padre con matar a Arthuro. No lo podía creer. Mi preocupación era enorme, Arthuro aparté de ser el futuro rey era mi hermano, y no soportaría perderlo.

Una vez dentro del castillo hablé con mi padre.

-Esos hechiceros no hicieron nada, lo único que hicieron fue venir por provisiones a Camelot-

-Bien sabes que no hay lugar para la magia en mi reino-

-Entre más cruel seas más enemigos tendrás, más gente te odiara-

-Vete a tu recámara ahora-

Estaba molesta, pero no hice más, cuando se trata de magia no puedo discutir con mi padre, se pone tan ciego. Hice una leve pero sofisticada reverencia y me fui de ahí lo más rápido que pude. Entre a mi habitación y me quedé ahí.

Tocaban a mi puerta, Astrid se apresuró a abrir, era el rey.

-Me acompañarás a recibir a Lady Helen, nuestra mejor cantante, alístate-

No tuve más remedio que hacerlo. Al terminar la recepción de Lady Helen, me fui a acostar, no me sentía del todo bien.

-Alteza, despierte, en unos momentos tiene que estar lista-

Me paré apresuradamente, me vestí con el vestido más hermoso que encontré. Baje al salón, Arthuro ya estaba ahí, al igual que mi amiga, casi mi hermana, Morgana.

-Muy buenas tardes chicos-

-¡Amira! Mi Pendragon favorita-

-Oigan, sigo aquí-

-Si, por desgracia, además que estés aquí no cambia que Amira siga siendo mi favorita- Reí levemente con Morgana, y nos acomodamos en nuestro asiento.

Lady Helen comenzó a cantar y no supe más, hasta que desperté con telarañas sobre mi, Lady Helen no era precisamente ella, era la hechicera que había amenazado a mi padre. De un momento a otro ví como está lanzaba una navaja hacia mi hermano.

Mi hermano está intacto gracias a un chico, a quien mi padre nombró sirviente de Arthuro como agradecimiento, valla, que gran recompensa, pobre chico no sabe lo que le espera.

Terminó todo y todos se fueron, al salir del salón ví al chico que salvó a Arthuro, me acerqué a el para darle las gracias y a la vez mi pésame.

-Hola-

Al verme el muchacho no respondió, pero luego salió de su burbuja e hizo una reverencia.

-Alteza-

-Amira, llámame Amira- El sonrió. -Muchísimas gracias por salvar a mi hermano, creo que no hay modo de agradecerte lo-

-Creo que haberme convertido en su sirviente ya es gran recompensa- Me le quede mirando con una mirada penetrante, el se percató de eso. -Oh yo lo siento, no quería ofenderl...-

En ese momento me comencé a reír y el muchacho no tardó en unirse.

-Se que Arthuro puede ser un dolor de cabeza, pero carga mucho sobre sus hombros, no pido que lo entiendas sólo que le tengas paciencia- El asintió con la cabeza. -Tengo muchas cosas que hacer así que me retiro, por cierto, ¿Cual es tu nombre?-

-Merlin, mi nombre es Merlin-

-Bueno, un placer Merlin- Hice una reverencia para despedirme al igual que el.

-El placer es mío princesa-

La princesa de CamelotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora