Capítulo 10: Él y yo.

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Absolutamente todo el castillo corría de aquí, allá. Todos estaban esperando muy ansiosos la llegada de nuestros invitados, pero, por mi parte esperaba que no llegara nunca el momento de marcharme con ellos. Si, el día de mañana vendrían de visita la reina Catalina, el rey Guillermo y el príncipe George; mi padre quería que todo estuviera bien para recibir a nuestros invitados, pero no parecía notar que su propia hija, no se sentía tan bien con los eventos que estaban ocurriendo en ese momento, y si lo notaba, lo ignoraba.

-Amira, tu...

-¿Yo...?

-Tu no quieres que lleguen ¿Cierto?.

-Arthuro, claro que quiero que lleguen, pero, lo que no quiero es el compromiso, no quiero irme de aquí, no quiero...- No sabía como decir exactamente lo que quería.

-No quieres dejar a Merlín ¿Es eso verdad?- Asentí con la cabeza. Arthuro se levanto de su asiento y fue junto a mi y me extendió su mano. -Vamos a caminar, como solíamos hacerlo antes, sin que nadie nos diga los muchos deberes que tenemos, solo tu y yo, no príncipe, tampoco princesa, más bien como los hermanos que somos. ¿Aceptas?.

-Por supuesto- Me levanté, y después tome su mano.

Los paseos por los alrededores del castillo junto con Arthuro, siempre eran muy placenteros, podíamos hablar de todo o no podíamos decir nada, pero siempre eran amenos.

-No sólo no quiero dejar a Merlín- Hable sin detenerme, levantando un poco el vestido, para que no se atorara en una rama. -No quiero dejarte a ti, a Morgana, a Astrid, valla, hay un sin fin de personas que no quiero dejar atrás, este es mi hogar Arthuro.

Llegamos a un río bastante hermoso, Arthuro y yo nos miramos, los guardias y Merlín se quedaron a una distancia prudente, pero nosotros corrimos al río, no era nada profundo, apenas me llegaría a los tobillos, me quite las zapatillas y entre. Arthuro solo me observaba con una enorme sonrisa.

-Lo ves hermano, esto es hermoso, no necesitamos de nadie para mantener esto tan bello. A Camelot nunca le ha faltado nada.

-Lo sé, por eso no entiendo nada, pero mi padre a de tener sus razones, quise hablar con el sobre el tema, pero...

-No se prestaba. Entiendo, yo también lo intente.

Salí del río y me senté en la orilla, alado de mi hermano.

-Y hoy aquí estas, y ya no te irás, mi destino es no olvidarte...- Comencé a cantar una canción que según mi padre, mi madre amaba. Eso nos basto a Arthuro y a mí para aprendérnosla.

-A tu lado estoy, no podrás marcharte...- Arthuro me acompaño en la canción, era un momento que quedaría grabado por siempre en mi, solo Arthuro y yo. -La canción que ya no escuchabas más porque ciñe nuestra vida, y es así como nunca me olvidarás...

-La cadena flores nos unió- Terminé sola con la canción, para que después, mi hermano, nos fundiera a ambos en un dulce abrazo.

Teníamos que regresar al castillo. Me fui a la habitación de Arthuro, junto con el y Merlín.

-Así que... ¿Mañana llegan sus invitados?.

-Así es Merlín- Respondió mi hermano.

-Que infierno- Dije entre dientes.

-No les conoces y no tienen la culpa Ayde- Si bien me he acostumbrado a que Arthuro me llamé por mi segundo nombre. Aunque si lo hacia delante de terceros, no la cuenta, pero si la otra persona era Merlín no importaba.

Era cierto lo que decía Arthuro, no había culpables. Lo que quizá no entendía Arthuro es que no les odiaba, más bien tenia miedo, temía lo que me esperaba, odió tener que pensar en el futuro, no quiero pensar, quiero más tardes como la de hoy, vivir el momento. Pero al ser princesa no es un lujo que pueda darme.

-Amira...- Arthuro me saco de mis pensamientos. -Al menos por hoy no le des tantas vueltas al asunto, deja de pensar por un momento, Merlín y yo hemos tenido una platica muy larga mientras estabas en tu nube.

-¿Así?- En arque una ceja en dirección a los ojos azules de Merlín, que se posaban en mi. Este solo asintió con una sonrisa. -¿Y se puede saber de que hablaban?.

-¡Amira! No seas entrometida- Me reprocho mi hermano.

-¡Uy! Disculpame.

-No- Los tres reímos muy fuerte. -Bueno eso me recuerda a que tengo que ir por...- Arthuro comenzó a titubear. -Por... ¡Comida! ¡Si, por eso!.

-¡¿Qué?! Tu nunca haces eso. Siempre va Merlín.

-Si, pero hasta nuestro amigo Merlín necesita un respiro.

-Pf, estando para servirte a ti, necesita mas de uno- Comencé a reír.

-Ja, ja, ja, que graciosa. Ya vuelvo- Salió de ahí, sin lanzarle una mirada de advertencia a Merlín. Me levanté, y me paré frente a la puerta.

-Que extraño que es...- No terminé mi oración porque, unos brazos me abrazaron por la cintura. Me sorprendí ante el tacto, pero después mis mejillas ardieron, al comprender de quienes eran aquellos brazos que me sujetaban con dulzura. Gire sobre mis talones y me encontré con esos ojos azules que tanto me gustaban, y para hacer contraste una hermosa sonrisa.

-Me asustaste.

-No había nadie en la habitación sólo yo, ¿Por qué te asustaste?.

-Me sorprendió tu acción, sólo eso- Baje la cabeza, sintiendo mis mejillas ardiendo. Merlín agarró mi mentón haciendo que lo mira se de nuevo.

-Si pudiera, estaría todo el día así contigo, puede ser que te parezca raro, porque no siempre se presenta una oportunidad como esta- Dijo sin perder la sonrisa. -Pero te quiero, no lo pongas en duda.

Merlín quito los centímetros que sobraban y junto sus labios con los mios, instintivamente cerré mis ojos. Sus labios suaves, se movían al compás con los míos. Alce mis manos hasta su cuello, y las entrelace detrás de su nuca. Con una mano aún sostenía mi mentón y con la otra sujetaba mi cintura. Al separarnos Merlín junto su frente con la mía.

La puerta se abrió de par en par, dejando ver el cuerpo de mi hermano.

-¡Oh vaya! Creo que debí ir mas lejos- Dijo jalandome y separándome de Merlín. -Listo, se acabo su tiempo. Ahora Ayde vete a dormir.

-No te replicó porque estoy cansada- Los tres reímos. -Nos vemos- Me acerque a Arthuro y bese su mejilla. Dude en hacer lo mismo con Merlín, pero Arthuro me dijo que no pensara, así que deje las dudas y lo hice, escuche la voz falsa de Arthuro y me reí. Me giré para mirarlos antes de salir.

-Los quiero- Fue lo único que dije antes de salir de ahí y encaminarme con dirección a mi habitación.

La princesa de CamelotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora