Capitulo 22: No me dejes.

450 48 2
                                    

Desperté con una mano sosteniendo la mía. Me sentía desesperada, intranquila, me sentía fatal y no recordaba el porque. Hasta que lo hice, ¡Arthuro! y todo se volvió a venir abajo. Me levanté. Gran error, me comencé a marear.

-Recuestate, no estás del todo bien.

-¿Qué... Qué haces aquí George?- Me sorprende que este aquí, ya que se había ido. -Digo no es que me disguste, pero me sorprende.

-Descuida- El sonrió. -Escuche lo que pasó y me apresure a regresar a Camelot, creí que necesitarías a un amigo cerca.

Asentí con la cabeza, era cierto que necesitaba a un amigo y realmente estoy agradecida con el por haber venido, agradezco su presencia, preocupación y apoyo.

-Gracias.

Con ayuda de Astrid me cambie, ya que aún me sentía un poco mal, en compañía de George salí de mi habitación rumbo a la habitación de Arthuro, al pasar en frente de las ventanas que daban al patio principal, pude ver luces, mire a través de las ventanas, era el pueblo, las personas estaban en silencio absoluto y tenían entre sus manos velas.

-¿Qué pasa?- Hablo George.

-Se están despidiendo de Arthuro- Mi voz quería quebrarse, no podía aceptar aún la idea de que era muy probable que mi hermano no sanará.

-El no se ha ido- George puso su mano en mi hombro, dándome apoyo.

-Tienes razón- Volteo a mirarlo y le sonrió. -Vamos.

Retomamos nuestro camino hasta llegar a los aposentos de mi hermano.

Entre a la habitación de Arthuro, y estaba Gwen ahí, sujetando la mano de mi hermano y hablando, en estos casos diría un chiste, pero no estoy de humor en estos momentos.

-Disculpa- Hable, ya que al parecer no noto nuestra presencia y en serio quería estar con mi hermano, al hacerlo Gwen se sobresaltó.

-Princesa, disculpe, yo solo...

-Esta bien- La interrumpí, la pobre estaba muy nerviosa. -Tranquila, ¿Puedes déjarnos solos por favor?, si Arthuro necesita algo te llamaré, o puedes irte a descansar Astrid estará al pendiente también.

-De acuerdo, mi lady- Hizo una reverencia. -Su alteza- Dijo refiriéndose a Jorge y salió.

Le dije a George que se sentará y se sentó en una silla que estaba cerca, yo fuí directo a la cama de Arthuro, cambie el paño que tenía en la frente, y me senté en la cama, a su lado, no me movería ni un centímetro de ahí.

George decidió salir, dijo que iría a su habitación, que había olvidado, pero que estaría al pendiente, me dijo también que si necesitábamos algo no dudará en llamarlo. Creo que su única intención era dejarme estar con mi hermano a solas.

Arthuro comenzó a temblar, estaba sudando, no sabía qué hacer, sentía impotencia de no poder ayudarlo. Acaricié su mejilla y el se calmó. Me levanté a cambiar de nuevo el paño y a pedirle más agua a Gwen, para poder seguir humedeciendo el paño y que la temperatura no incremente.

-Eres un gran hermano, un gran príncipe, un gran amigo, para resumir una gran persona y algún día serás un gran rey, un rey al que todo el pueblo amara por sus obras, un rey inteligente, honesto, bondadoso- Tome su mano. -No soy tan fuerte, no me dejes por favor, no te apartes de mi, hoy aquí estás y ya no te irás, mi destino es no olvidarte...- Comencé a cantar recordando ese momento en el río, luego cuando estábamos en el comedor riendo por alguna tontería, nosotros dos entrenando, cuando de niños íbamos a cabalgar, de ahí vinieron más y más recuerdos, todos tan importantes para mi. Lágrimas no tardaron en recorrer mi rostro, una tras otra. No podía creer que estaba apunto de perder a mi hermano.

-Mi lady, mi lady- Era la voz de Caius. Abrí mis ojos, no me percaté en que momento caí rendida.

-¿Qué sucede?- A su lado estaba Merlín.

-Deberia ir a descansar, le avisaré de cualquier cambio.

-No me iré de aquí Caius- Dije firme.

-Bien- Caius se acercó a mi hermano y le digo algo de tomar.

En ese momento entró mi padre.

-¿Qué es eso?- Preguntó.

-Un tónico- Respondió Caius.

-¿Una cura?- Pregunté esperanzada.

-Eso esperamos- Termino de darle eso a Arthuro. -Sera mejor dejarlo descansar.

-No pienso abandonarlo- Me volví a sentar a lado de mi hermano.

Mi padre también se quedó. El tiempo pasaba, la noche estaba aquí.

-Tu y Arthuro son lo más importante para mí, por eso espero que entiendas que todo lo hago por su bien, porque ambos estén bien.

Iba a responder, pero en ese momento mi hermano se comenzó a mover y comenzó a abrir los ojos.

-¡Arthuro!- Inmediatamente lo abrace, era obvio que mi padre quería hacer lo mismo, pero necesitaba a mi hermano, el me correspondió. -Idiota me diste un buen susto.

-¡Amira!- Se quejó mi padre.

Pero no me importó yo estaba feliz porque mi hermano estaba de regreso, solo tenía que descansar para estar de regreso al cien porciento.

La princesa de CamelotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora