Capitulo 8: Las estrellas

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El niño estaba mejor, y era hora de sacarlo de Camelot antes de que nos manden a cortar la cabeza a todos.

Una noche de preocupación, pero mi hermano logró sacar al pequeño druida pasando desapercibido, es verdad que tuvimos que pasar por mucho para lograrlo, y mis nervios estaban a flor de piel.

-Amira- Me dirigía a mi habitación con Merlín detrás mío.

Al llegar entre, As no estaba, había ido a visitar a su familia que era de una aldea algo lejos del castillo, así que tenía días libres. Necesitaba alguien que me ayudará, y si, fabulosa idea tuvo mi padre, que esa persona que me ayudase fuera ; el pobre ya tiene mucho con Arthuro.

-No necesitó nada Merlín, puedes irte a descansar- Dije después de sentarme en una silla, me dolía la cabeza. Estos días han sido arduos para mi, si este es el trabajo de una princesa no me imagino el trabajo de mi hermano.

-Te ves pálida ¿Segura que estas bien?- Merlín se acerco y me puso ambas manos en las mejillas, el contacto de Merlín me hizo, sentir a lo que le llaman "mariposas en el estómago", Merlín estaba muy cerca. Como no enamorarme de el, si cada vez que sonreía sentia que lo tenia todo. Fue inevitable mirar sus ojos, los cuales se dirigieron a mis labios, después de sonrojarse. No soy la única, ambos lo queríamos. No, no podía, no ahora, no de este modo.

-No-. Merlín me miró sorprendido.

-Amira, has estado distante, más distraída de lo normal, te molesta casi todo. Esa no es la Amira que yo conozco. ¿Que ocurre?.

-El príncipe George de Georgia, el primer hijo de Catalina y el rey Guillermo.

-¿Te ha hecho algo? Puedes decirle a tu padre o a Arthuro. O yo te puedo ayudar.

-Heredero al trono de un reino al norte de Camelot. Y mi futuro esposo.

-¡¿Qué?!- Merlín se sorprendió ante mi respuesta.

-Mi padre...- Una lágrima corrió por mi mejilla. -Espera un matrimonio ventajoso.

-Tu no lo quieres ¿Cierto?.

-No le conozco Merlín- Merlín me abrazo, la forma en la que lo hizo era tan tierna, es cierto que me transmitió más sentimientos de los que me pudo haber dicho. -Ven- Tomé la mano de Merlín. -Te llevaré a mi lugar favorito del castillo, un lugar al que nadie, excepto yo puedo entrar.

-¿Debo sentirme feliz?.

-Un poco, si- Comencé a reír al igual que Merlín. Salimos de mi alcoba y solté a Merlín, porque era obvio que si mí padre se enterarse de esto cuelga a Merlín. -Abran las puertas- Dije a los guardias que se encontraban ahí.

-Pero mi lady, va con...

-Parece caballero que no escucho bien lo que dije, abran las puertas.

-Como usted diga- Hizo una reverencia y las abrió.

Entre con Merlín y las puertas se volvieron a cerrar.

-Wow, es hermoso- Merlín fue el primero en hablar.

-Era de mi madre, a mi padre no le gustaba que nadie entrara aquí, un día curioseando en el castillo entre, mi padre se puso furioso, pero al querer regañarme me vio a los ojos y lo único que hizo fue darme el lugar para jugar aquí, con la promesa de que cuidara este hermoso jardín. Mi hermano dice que puede que se deba a mi gran parecido con mi madre lo que hizo que me diera el jardín- Sonreí al recordar ese momento. -Mira, es de noche, es el mejor momento- Ambos miramos hacia arriba.

El techo era de vidrio, motivo por el cual en las noches se veían las estrellas y hoy, hoy en especial estas estrellas brillaban en su máximo esplendor.

Me olvide por un momento de quien soy yo, las obligaciones que tengo y aprovechando que estábamos a solas. Abrace a Merlín. El se sorprendió, pero correspondió a mi abrazo.

-No quiero dejarlos, no quiero dejarte. Porque yo...- Era ahora o nunca. -Yo te quiero Merlín, no como quiero a Arthuro, no como quiero a Sir Leon, te quiero como a la persona que me hace sonreír con sólo verla, como la persona que no quiero apartar de mi lado, te quiero, y esto que siento por ti no....-.

No terminé porque los labios de Merlín estaban sobre los míos. No pude evitar sonreír entre el beso, y Merlín también. Era un momento único, un momento sólo de los dos, era nuestro momento. Era un beso tierno, dulce. Un beso que sin decir nada, decía mucho. Al separarnos pude ver la felicidad de Merlín reflejada en sus ojos. Luego Merlín me abrazo. Al separarse de mi, me vio a los ojos y dijo.

-Yo también te quiero Amira, quiero protegerte, quiero quedarme a tu lado. Se perfectamente que no soy de la realeza,pero esto que siento es sincero y no lo puedo evitar- Después agacho la cabeza.

-¡Hey! No agaches la cabeza- Dije tomando su mentón y haciendo que sus ojos se fijaran en los mios. -Abrazame fuerte, solo hazlo- Me volvió a abrazar. -Las estrellas, la luna, son testigos de el amor que te tengo.

La princesa de CamelotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora