Capitulo 20: Estoy enamorado de ti.

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La pradera, era sin lugar a duda uno de los lugares favoritos.

-Uno de tus lugares favoritos ¿O me equivoco?- La voz de George me saco de mis pensamientos.

-No, no te equivocas. Amo este lugar- Estábamos sentados el enfrente de mi, de modo que nos veiamos el uno al otro.

-Se nota, se notó en la sonrisa que pusiste cuando sugerí venir  aquí, y se nota ahora por el brillo en tus ojos.

Me sonroje bastante ante lo que dijo, el tenía algo en su manera de hablar que hacía sentir especial a las personas con las que estaba tratando.

-Si que tuviste una buena idea- Le Respondí mirándole a los ojos, ya que no tenía idea de cómo responder a lo que me había dicho.

-Bueno…- Dijo viendo al cielo, para luego regresar su mirada a mi. -Solo lo hice para impresionarte, para pasar un buen rato contigo- ¡Wow! No sabía que decir, ¿Esta intentando sorprenderme? ¿Será que…?. -Amira, me tienes mal.

-¿Qué?- ¿Lo hice sentir mal? ¿A eso se refiere?. -Por lo de la otra vez, discúlpame, pero era un amigo, y necesitaba mi ayuda, yo no soy de abandonar a mi gente yo…- George comenzó a reír. -No te entiendo- Dije un poco frustrada.

-No, no- Dijo después de parar de reír, pero con una sonrisa aún. -Yo me refiero a que…- ¿Es mi imaginación o se está poniendo nervioso?. -Me refiero a que estoy enamorado de ti- Pude notar un leve sonrojo en sus mejillas.

-Yo…- No sabía que decir ante esa declaración.

-No te confesé mis sentimientos esperando una respuesta- Afortunadamente el volvió a hablar, pero mientras lo hacía jamás quitaba su sonrisa, al contrario parecía que se hacía más grande y mucho más sincera. Se levantó y me ayudó a hacer lo mismo. -Amira, estoy enamorado de tus decisiones, de tus ideales, estoy completamente enamorado de ti- Tomo mis manos delicadamente entre las suyas. -Lo más seguro es que estos sentimientos no sean correspondidos, y yo no te amo para recibir algo a cambio. Pero solo quiero que tengas por seguro que si te casas conmigo, voy a intentar que cada día sientas que te quiero, te prometo ser tu mano derecha, ser tu apoyo, tu compañía, no por compromiso, si no porque te amo.

Las palabras de George me habían dejado perpleja, pero lo que más me sorprendió es el roce de sus labios con los míos, esperando una reacción, al no haber respuesta se separó y me miró algo apenado.

-Yo… Espero no haberte…

No deje que terminara y volví a unir nuestros labios, me tomo delicadamente de la cintura y con la otra sus suaves dedos estaban en mi mejilla, por un momento temí venirme abajo, su tacto, aquella sensación de inseguridad, al pensar que estaba haciendo algo mal, se fue, solo se esfumó.

Al separarnos el tenía una sonrisa enorme, era realmente encantadora. Pero no podía evitar en pensar "¿Qué estoy haciendo?".

Regresamos al castillo, yo tenía que hablar con Arthuro, ¿O tenía que estar sola?, estaba completamente confundida, no sabía que hacer, no tenía idea de que me sucedía, amaba a Merlín, pero ¿Qué fue eso que sentí cuando besé a George?, creo que la primera pregunta es ¿Por qué lo besé?.

-Bueno George, yo, creo que debería seguir con mis deberes, gracias por el día de hoy- Habíamos llegado a mi habitación y estábamos en la entrada.

-Gracias a ti, hoy fue una tarde unica, como tu- George tomo mi mano y la beso. -Suerte con los papeles- Ambos reímos. -Espero se pueda volver a repetir- Beso mi mejila, para luego hacer una reverencia e irse.

Iba a entrar a mi habitación, pero necesitaba pensar, necesitaba intentar aclarar mis ideas, así que camine por los pasillos, unas reverencias por aquí, otras por allá, hasta que llegue.

-Abran las puertas, por favor- Dije al encontrarme frente a los guardias, quiénes hicieron una reverencia al verme. -Y una vez adentro que nadie más entre.

-Por supuesto majestad- Las puertas se abrieron de par en par dejando ver muchísimas flores de diferentes tipos y colores, la luz era tenue, ya que el sol se estaba ocultando, anunciando  así la llegada de la noche. Seguí uno de los caminos, que llegaba al centro del jardín, en dónde se encontraba una pequeña fuente con unas bancas a su alrededor, me senté en ella. No estaba sola, los pajaritos que habian en este estaban siendo testigos de el dolor y la confusión que estaba sintiendo en esos momentos.

-¿Que se supone que debo hacer, mamá?.

La princesa de CamelotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora