Capítulo 25: Cedric.

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Los dias pasaron muy rapido. George había regresado a su reino, ya que era cierto que no se podía quedar toda la vida en Camelot.

No me separe por mucho tiempo de mi hermano, casi muere, y no me quería dar el lujo de estar lejos de él, por consecuente también estaba con Merlín.

Era de noche, no podía dormir, había mucho ruido, y es que mi padre insistía en ver que había debajo del castillo, yo creía que estaba loco, bueno no tanto, estaba loco por hacer trabajar a los hombres a estas horas de la noche. Astrid vino por mi, me dijo que mi padre me buscaba, me puse el vestido y bajamos.

Merlín estaba ahí, y digamos que no fue la mejor recepción, ya que estaba levantando algo justo cuando mi padre iba a pasar.

-Idiota- Le dijo mi padre.

-¿Naciste torpe o te estas esmerando?- Hablo Arthuro al pasar alado de Merlín.

-Es uno de mis dones- Le respondió.

Entre después de ellos y sólo le sonreí a Merlín.

-Que gran descubrimiento, lo ves, tenía razón- Me dijo mi padre.

-Bueno, después de todo si hay tesoros por descubrir bajo Camelot- Le respondí observando lo que había a mi alrededor.

Al final mi padre le dejo a Arthuro el cuidado de ese lugar. Ellos se fueron a casar y yo le quedé a entrenar con mi arco. Después de eso regrese, era hora del desayuno, Arthuro no estaba en el comedor, seguro estaba en su habitación, así que fuí con el, talvez le pueda acompañar. Entre a su habitación, pero me sorprendió no ver a Merlín, si no a otra persona.

-Buenos días, ¿Interrumpo?.

-No, Amira, pasa y debes probar esto ¡Es delicioso! Cedric lo preparo.

-Mi lady- Cedric hizo una reverencia, y acomodo una silla para que me sentará, lo que por educación hice.

-¿Y Merlín?- Cedric me comenzó a servir desayuno.

-No lo sé- Me respondió Arthuro y lo mire extrañada. -¿Qué?- Negué con la cabeza. La puerta de los aposentos de Arthuro se abrió, dejando ver a Merlín con un plato. -¡Oh mira ahí está! ¿Es el almuerzo?.

-No, el desayuno- Respondió Merlín mientras miraba lo que había en la mesa.

-Es delicioso Cedric- Hablo Arthuro.

-Hay algo más que necesita que haga señor- Pregunto Merlín, podía notar un todo de molestia en su voz.

-No, Cedric tiene todo cubierto.

-¡Oh!- Exclamó Cedric. -Creo señor que hay algo que no pude hacer, limpiar sus caballos- Pude notar algo en su voz, algo burlón.

-Ve a hacerlo- Le dijo Arthuro a Merlín. Merlín lo miro de una manera extraña, el iba a salir, pero lo detuve.

-Merlin, espera- El se dió me día vuelta para verme, pero no solo era el las miradas de Cedric y de Arthuro estaban sobre mi.

-¿Qué sucede?- Me preguntó Merlín.

-¿Qué es?- Dije señalando el plato.

-¡Oh! Nada, yo…

Me levanté y miré el plato.

-Se ve delicioso- Le sonreí. -Y seguramente lo hiciste con cariño- Lo mire y estaba sonrojado. -Se que era para Arthuro, pero el nunca ha tenido un buen paladar, y no lo podrá apreciar, en cambio mi gusto por la comida es más grande que el Arthuro, ¿Puedo comerlo?.

Merlín se asombro y sonrió.

-Pero claro.

-Mi lady, pero yo ya le serví su desayuno- Intento impedir que tomara el plato de Merlín, pero lo tome y lo volteó a verlo.

-¿Está diciendo lo que tengo que hacer?.

-No, pero…

-¿Está cuestionando mis órdenes?.

-Mi lady yo, no…

-Más vale que no lo hagas- Lo mire enfadada, al igual que a Arthuro. Le pedí a Merlín que saliera y con el plato aún en mano yo también salí.

Llegamos a mi habitación. Y justo en ese momento entro As preguntando si ya había desayunado.

-Tranquila As, ve a hacer tus deberes, estoy bien. Ella hizo una reverencia, para después salir, dejándome a solas con Merlín. -Ese tal Cedric no me da buena espina- Dije sentándome y llevándome un bocado a la boca, en verdad tenía hambre.

-A mi tampoco- Era mi imaginación o Merlín estaba celoso.

-Hablare con Arthuro más tarde.

-Yo iré a limpiar a los caballos o Arthuro se endurecerá.

Me levanté y le di un beso en la mejilla.

-El desayuno está realmente delicioso Merlín- El sonrió, yo le abrace, el me correspondió el abrazo, con todo el pesar del mundo nos separamos, el se fue a terminar sus deberes y yo a terminar de desayunar, sé que ese desayuno no iba dirigido especialmente para mí, pero lo disfruté solo por el simple hecho de que lo hizo Merlín.

La princesa de CamelotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora