Capítulo 39

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Parpadeo repetidamente mientras el dolor de mi estómago crece por momentos.

El sabor metálico de la sangre no abandona mi boca, oigo las manecillas del reloj moviéndose segundo a segundo.

Un leve ardor recorre todo mi cuerpo, y por más que intento mantener los ojos abiertos no puedo, el ardor enseguida es sustituido por algo helado y líquido.

Mi cabeza da vueltas y no soy capaz de ver lo que tengo delante de mis ojos, no con claridad.

Es como tinta borrada, lo veo todo borroso, difuminado.

Creo que puedo distinguir a un hombre, pero nada más.

Siento como alguien me toca la tripa y el dolor desaparece poco a poco.

Mi vista se  recuperando poco a poco cada vez que parpadeo.

Estoy en lo que parece ser una oscura sala de estar. Hay un ordenador encendido y nada más. Solo eso.

Bueno, y la persona que veía borrosa, que ahora que la puedo ver mejor caigo en la cuenta de que no es una persona, sino Angelo.

Entonces recuerdo el dolor del puñal que me ha clavado, la sangre y el frío.

Al ver que se agacha me alejo arrastrándome, aunque sé que si lo que pretende es matarme, ya estaría muerta.

—Cat— me reprende —deja de moverte o se te abrirá la herida.

No puedo verme, pero estoy segura de que mi mirada es puro odio y temor a partes iguales.

— Herida que tú me has hecho— le recrimino.

—Tienes verborrea, solo para que lo sepas, y si te callas, te lo explicaré todo.

Dos velas para el diablo 2 He vuelto |ACABADA| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora