All Over Again [Harry Styles]

Capítulo 14.

Me encontraba sentada con mis piernas cruzadas sobre mi cama, con F.R.I.E.N.D.S reproduciéndose de fondo en mi televisión. Mi iPhone a mi derecha y la laptop sobre mis piernas. Los chocolates de Harry esparcidos por el cobertor, junto con otro tipo de golosinas. Mi pijama y mi cabello despeinado daban como señal que no hacía más de una hora que me había despertado. No podía concentrarme, con absolutamente nada de lo que empezara a realizar. Unos ojos verdes indescriptibles en color apareciendo en mi cabeza, junto con la sonrisa más bonita que jamás había visto.

 ¿Cuándo se había salido todo de mi control?

 Comenzaba a obsesionarme con él. Lo pensaba cada segundo disponible que tenía. Aunque mi mente comenzaba por bloquearlo, terminaba por fantasear con él. Quizás era la necesidad, la ausencia de la atención de los demás que hacía que quisiera solo la de él… quizás pasaba más por una atracción física fuerte.

 Definitivamente, esa debía ser considerada una opción válida.

 Por más que quisiera negarlo a mi misma… quería acostarme con él. Y aún más que eso. Tenía la insuficiencia de querer saber que él solo se acostaba conmigo. Que era completamente mío, aunque yo no fuera completamente suya. Quería que me deseara… solo a mí. Ni a Savannah, ni a May, ni a nadie más.

Coloqué mi rostro sobre mis manos, queriendo eliminar todas las imágenes que se reproducían en mi mente gracias a la bendita imaginación. Mientras comía chocolates, decidí buscar en mi nueva cuenta de e-mail las coreografías e indicaciones para la presentación que Nathalie me había comentado. Los dibujos y la lista con combinaciones apareciendo frente a mis ojos, logrando captar mi interés completamente por primera vez en el día. Leí con atención cada término y condición que se podía examinar, buscando algún impedimento en que me presente sólo en Marzo, salteándome la presentación de Febrero por falta de tiempo.

Reflejados en la pantalla, bailes grupales e individuales con sus respectivos representantes, incluyéndome entre ellos. “Dirty” de Christina Aguilera como grupal. Podía asegurarme que Nathalie había irrumpido en esas elecciones. Sonreí ante los recuerdos de mi mejor amiga discutiendo por las selecciones, Clarissa cediendo ante ella por cansancio. En parejas se encontraba “Something Stupid” la versión de Robbie Williams y Nicole Kidman, junto con un mash up desalsa. Las individuales siendo a elección por aprobación de Clarissa, con máximo cinco presentaciones.

Sonreí de forma inevitable y me di cuenta lo que estaba sucediendo: me estaban convenciendo. Toda aquella típica organización previa a la presentación haciendo que lo mucho que había extrañado moverme durante estos últimos meses salga a flote. Dejé la notebook arriba de la cama, dando la orden para imprimir, mientras buscaba dentro de mi armario las zapatillas que normalmente usaba para los ensayos. Bajé las escaleras con mi iPod una vez que las tuve en mis pies, anudando mi camiseta blanca de pijama sobre mis costillas y acomodando el pantaloncillo corto sobre mis caderas. Até mi pelo prolijamente, buscando la comodidad justa para la actividad que iba a realizar. Luego de estirarme lo necesario y de conectar el iPod para que reproduciera el sonido por todo el living, supe que era hora.

 Iba a volver a lo que realmente me gustaba hacer.

 Dirty sonaba de fondo mientras intentaba llevar a cabo a tiempo y con ritmo los primeros pasos plasmados en la hoja. La frustración invadiéndome al saber que había perdido algo de práctica. Pausé la música, reevalué los papeles, memorizando al menos el estribillo de la canción. Respiré profundamente, buscando que cada paso sea más coordinado y exacto que el anterior. Volví a poner la música, la canción en un replay constante buscando la precisión. Una vez que lo logré parcialmente, mi cuerpo se dejó llevar. Sonreí, transportándome a otro lugar. El ritmo consumiéndome, llevándose todo de mí. Y de repente, me encontraba en ese rincón que mi mente había creado para protegerse del resto del mundo. El lugar donde podía ser yo misma sin ninguna presión o expectativa, donde todo era como lo quería, donde todo era como debía ser, donde solo la música podía llevarme.