Capítulo 34.

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No iba a decírselo ni en un millón de años, pero era una de mis pequeñas... fantasías. Jamás lo había creído posible ni lo había pensado regularmente, pero me generaba emoción hacer un acto tan ruidoso y desordenado en lo que podría decirse la catedral del silencio y el orden. Suponía que era parte del líbido que a todas las personas nos llame la atención y nos atraiga lo prohibido. Así como a mí me atraía Harry en un mundo en el que tenía que ser lo opuesto a lo que él era, o a lo que me convertía cuando estaba junto a él.

- Sorpresa. -susurró en mi oído, atrayéndome a él por mi cintura, una vez que hubo abierto la puerta de la biblioteca.- ¿Adivinaste? -volvió a murmurar, la vibración de su voz cosquilleando mis oídos y extendiendo el estremecimiento por toda mi nuca.

Asentí levemente, corriendo mi cabeza hacia la izquierda para quitar su boca de mi oreja y atraparla con la mía en su lugar. Harry no dejó que profundice el contacto, separándose para quedar a su altura considerablemente lejos de mi alcance. Bufé y quise golpear mi pie contra el piso en señal de capricho. Odiaba cuando él estaba al control y a la vez me fascinaba toda la anticipación que generaba en mí. Era odioso y excitante a la vez, de una forma que lograba exasperarme.

Me soltó con una sonrisa; esa sonrisa controladora de la cual sólo podía suponer que iba a hacerme esperar más. Gruñí y rodé mis ojos, alejándome de él. No me había quedado más opción que recorrer el lugar, mientras veía de reojo como Harry trababa la puerta desde adentro y movía algunas cosas de lugar.

Había estado una sola vez ahí, pero en ese momento me parecía más grande. Tenía estanterías repletas de libros, algunos viejos y abandonados desde hace años, y otros nuevos y ordenados por todos lados. La limpieza predominaba en el lugar, por más antigua que pudiera ser su estructura. Miré hacia arriba para observar la arquitectura, la madera tallada decorando el ambiente, de una forma tan detallista que parecía irreal. Todo era añejo y se notaba su desuso y la falta de una remodelación, pero era linda a su estilo. La acústica del lugar estaba hecha precisamente para mantener el sonido de afuera alejado de la sala, y viceversa. Parecía ideal para hacer el tipo de cosas que íbamos a hacer, pero a la vez parecía desubicado. No era la clase de lugar donde debería hacerse y ese contraste es lo que hace que a todo el mundo le llame la atención hacerlo.

Continué mi recorrido por uno de los pasillos, deslizando mi dedo índice para confirmar lo impecable que estaban los estantes. Irónicamente, estaba en la sección de religión. Biblias, libros sobre el budismo, judaísmo y otras miles de religiones que desconocía, adornaban las repisas con su tinte tradicional y anticuado. Sonreí para adentro y negué repetidas veces por el mismísimo tono sarcástico de la situación, ordenándome a continuar caminando. Pero algo me detuvo.

Sus brazos en mi cintura, atrayéndome hacia su frente. Me sobresalté por el tacto, relajandome enseguida al sentir su respiración en mi cuello. Su nariz se rozaba contra este, moviéndose suavemente, buscando que ladeara mi cabeza hacia mi derecha para otorgarle acceso pleno, algo que no hice. Iba a continuar con mis brazos cruzados pero decidí poner mis manos sobre las suyas, sin encontrar otro lugar donde colocarlas.

Aún estaba enojada con Harry y su manipulación reiterativa. Pareció notarlo, cuando sus manos se adentraron en mi ropa y con un solo movimiento brusco logró hacer que mi cuello quede expuesto a él. Mientras me besaba la piel libre de mi cabello, acariciaba mis costillas y mi estómago con sus frías manos; contacto que no hizo más que generarme un escalofrío y una sonrisa de su parte sobre mi nuca.

- Detesto cuando haces esto. -musité, mi resistencia en su máxima expresión, mientras humedecía mi cuello y suspiraba sobre él para que la piel se erice.

- ¿Hacer qué? -murmuró entre besos.

- Esto. -señalé sus manos.- Provocarme, jugar conmigo.

All Over Again [Harry Styles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora