Mientras veía atónita las gotas de agua caer fuertemente sobre la ventana, así lo hicieron las pequeñas lágrimas sobre mi rostro. Una tras otra. Sin poder detenerlas. El dolor en mi pecho se instaló ahí como un acertijo sin solución, como un nudo sin desenredo. Los sollozos leves no tardaron en aparecer mientras no podía dejar de expulsar agua por mis ojos.
- Harry, detén el auto. -pedí, en una voz irreconociblemente débil.- Harry. -llamé nuevamente.
- ¿Qué sucede, cariño? Es solo una pequeña tormenta. Pasará, quédate tranquila. -dijo, y tomó mi mano para posarla sobre su rodilla, y allí acariciarla para calmarme.
No lo entendía. Pensaba que era solo un miedo normal, pasajero, igual que la lluvia que nos envolvía. Bueno, no lo era. No era pasajero. Estaba allí, otra vez, ese gran monstruo en mi cabeza que me atormentaba. Todo el dolor de los años de mi adolescencia, todo se reproducía en una serie de hechos ocurridos un día como ese. Y no podía bloquearlo, pese a sus pequeñas caricias sobre mis dedos.
- Harry, por favor, detén el auto. -rogué, las lágrimas ahora saliendo con más fuerza igual que el ruido de las gotas chocando contra la chapa del auto.- Harry... -nombré, entre sollozos.
- Tranquila, no llores. -expresó, mirándome.
- Harry, ¡para el auto! -grité, implorando, y ahora derrumbándome.
No podía soportarlo. Necesitaba que frenara, necesitaba estar tranquila, necesitaba no sentirme ahogada como me sentía en ese momento. Me acurruqué sobre mi misma, ahora llorando sin control y con una fuerza casi desconocida por mí. Harry aparcó en un lugar fuera de la carretera, precisamente al lado de esta, algo alejado por seguridad.
En cuanto el motor se detuvo, quitó mi cinturón de seguridad igual que él suyo e intentó acercarse a ver como me encontraba. Podía imaginar su desaprobación y su hartazgo. Podía imaginar como él se cansaba de mí luego de todos estos problemas. Podía asegurar como me dejaría. Entendiendo que estaba rota; y que no podía arreglarme de ninguna forma.
- Cariño... -susurró.- ¿Estás bien? -preguntó y se sintió estúpido por la pregunta. Chasqueó su lengua.- Hablame, por favor. Lamento no haber parado antes, no me imaginé...
- N-no, n-no e-es tu culpa. -dije entre los ruidos provocados por el llanto.
- Ven aquí.
Antes de que pudiera responder o mirarlo a la cara para ver a lo que se refería, me tomó entre sus brazos. Segundos después, me encontraba sobre su regazo, acurrucada entre sus brazos, Harry apretándome fuertemente contra él. Lo tomé con mis brazos y me aferré a su cuello, mientras una de sus manos se dedicaba a acariciar mi cabello. Parecía una niña pequeña siendo consolada por su padre. Desconsolada, descontrolada, increíblemente débil. Las lágrimas seguían saliendo sin filtro alguno, y él parecía querer fundirnos por la fuerza que hacía para que no sollozara de esa forma tan desgarradora.
- ¿Qué es lo que pasa, Kate? -preguntó suavemente, en mi oído, mientras sus manos recorrían mi espalda, mi cabello, mi cuello, mi mejilla, intentando quitar el dolor. Su dulzura me llenaba de una forma que no podía explicar. Incluso en ese estado, lograba hacer que una parte del acertijo se resolviera. Una pequeña, pero un alivio de todas formas.
- Está lloviendo, Harry. Hay una tormenta. -dije, titubeando, como si eso respondiera alguna de todas sus preguntas. Pero al parecer, si lo hacía. Porque había recordado nuestra charla en el sofá de mi casa. Nuestra pequeña tarde de películas. Besó mi mejilla tiernamente, quitando mis lágrimas con el dorso de su mano.
- Nena... -musitó, casi en un susurro.- Estoy aquí. No perderás a nadie más. -me abrazó aún con más fuerza, mientras mis brazos se aferraban aún más a su cintura, y mi rostro se quedaba escondido en su cuello.- Lo prometo.
ESTÁS LEYENDO
All Over Again [Harry Styles]
Fanfiction❝The best way of keeping a secret is to pretend there isn't one.❞ —Margaret Atwood