Capítulo 22.

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- Oye, ¿segura estás bien? -preguntó la rubia que tenía como amiga, desde su móvil.

Supuse que estaría en el instituto, aunque no tenía ni la menor idea de que hora era. Tiritaba pese al abrigo que tenía encima, acurrucada sobre mi misma, sudaba con el dolor en todo mi cuerpo que predominaba sobre cualquier otra sensación. Sentía mi cabeza a punto de estallar y no tenía fuerzas siquiera para moverme de mi cama.

- Estoy enferma. -afirmé, con un hilo de voz.- ¿Qué hora es?

- Diez de la mañana. -dijo, su preocupación siendo expuesta.- Erm... ¿tienes a alguien que pueda cuidarte? -hizo una pausa, y supuse que estaba nerviosa.- ¿T-tu madre? -dudó por su pregunta.

- Está trabajando. -respondí.- Pero creo que estuvo aquí. -contesté, observando que más abrigo estaba sobre mi cuerpo, y había una taza de té sobre mi mesa de noche.

- No has venido ayer tampoco, ¿también estabas así? -cuestionó.

No sabía exactamente que responder a eso. No sabía hacía cuánto tiempo había estado durmiendo y si había estado consciente en algún momento anterior a ese, no lo recordaba en absoluto. Utilizando toda mi fuerza interna, intenté rehacer mi rutina del día antes de caer en un profundo sueño. Y Harry vino a mi mente. Habíamos salido juntos, habíamos desayunado, habíamos... si. Eso. Nos bañamos juntos. Se fue de allí y... es todo lo que podía memorizar. Suspiré, optando por la respuesta fácil para Jenn.

- Si, erm... si, eso. Fiebre. -mentí, aunque en ese momento si era cierto. Probablemente deliraba de los altos grados de temperatura corporal.

- Harry también estaba así ayer. Pero está aquí. Preguntando por tí. -musitó, sugerente.

Utilicé mi energía restante en sonreír.

- Como sea. -respondí, dirigiéndome a Jenn.

- Está con Savannah ahora mismo. Pero le diré cómo te sientes, lucía preocupado. -notó, y quise tener la fuerza necesaria para enojarme con él por estar con esa rubia desagradable.

- Como quieras. Hablamos luego, ¿está bien? -pregunté, el cansancio apoderándose de mí.

- Si, pasaré a verte en la tarde. Cuídate, por favor. -pidió, casi en forma de súplica.- May espera que te mejores y te saluda.

- Gracias. A las dos.

Corté la conversación, tirando inconscientemente el móvil al suelo. Mis párpados me pesaban y me sentía débil. Acerqué mis rodillas al pecho, intentando resguardarme un poco más del frío, el cual estaba en mí solo por la fiebre. Pese a que intentaba dormir, el dolor de cabeza parecía complicarlo todo. Supuse que mi temperatura era más alta que los 39º, ya que no podía distinguir diferentes objetos de mi habitación. Necesitaba tomar un baño, alimentarme y volver a mi cama, con más abrigo del que ya tenía. Pero no tenía la energía. No podía hacerlo sola. Y ni siquiera sabía si me madre podría volver al mediodía, al menos para abrirle a Jenn para que ella me ayudara. Entre mis suposiciones y delirios, volví a dormirme, aún adolorida, aún lastimada, aún con necesidad de algo de protección.

*         *         *

Mis ojos se abrieron de repente en cuanto sentí repetidos golpes fuertes en lo que creía que era la puerta principal de mi hogar. Escuché el reconocido ruido de unos grandes tacones chocando contra el suelo, sabiendo que Lily estaba en casa. Inspeccioné rápidamente mi cama y mi alrededor, encontrando que la calefacción marcaba algunos grados más de los que tenía hacía unas horas. Me removí, quedando inmóvil en cuanto escuché su voz. Rasposa, ronca, profunda, grave. No podía ser otra persona más que él.

All Over Again [Harry Styles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora