Si la vida te da asesinos en serie, dales escupitajos.

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—¿Cómo es que conociste a esa señora, Shirou? —me preguntó una vez Gouenji, que habíamos entrado en mi casa, y en aquellos momentos estábamos en mi habitación con el pijama puesto, aquella tarde no teníamos más trabajo, a menos que se presentase un improvisto de por medio, pero de momento no teníamos nada, por lo que decidimos ponernos ya cómodo, con nuestros respectivos pijamas, y viendo como el rubio se soltaba su corta melena, siempre llevaba su pelo recogido, o por lo menos cuando íbamos al trabajo, suponía que era mucho más cómodo que hiciera su trabajo con este recogido, y no con todos sus pelos por delante de su rostro teniendo que ponérselo detrás de la oreja cada dos por tres. El caso es que por un momento, su rostro se me hizo familiar, como si lo hubiera conocido de algo, mucho antes de encontrarnos en el trabajo, mucho antes de que comenzásemos a trabajar juntos, en esos momentos en los que comenzó con una bonita amistad. Recordaba aquel momento, como si hubiera ocurrido ayer, como si ayer hubiéramos chocado nuestras frentes de manera dolorosa, por buscar pistas por el suelo, y no percatarnos antes de nuestra presencia. Recordaba que, de manera algo nerviosa, y con una sonrisa en mis labios, le había perdido disculpas por aquello, mientras Gouenji me sonrió por su parte con una de sus sonrisas ladinas, que por momentos me cortaba la respiración de lo mucho que me lograba enamorar en cuestión de segundos. Entonces una voz aniñada resonó en mi cabeza, como si de nuevo algún detonante hiciese que mis recuerdos perdidos de mi adolescencia, aquellos que creía perdidos, y de los que solo recordaba los más alegres, volvieran a mí como magia. ''Vaya, es una sorpresa que no te hubiera visto en la final, y que te hubieras cambiado de club''—¿Shirou? Reacciona

—Ah, lo siento me había quedado pensando—me disculpé, sin saber qué responderle exactamente porque ni yo mismo entendía ni mis recuerdos, ni en qué momento estos habían decidido desaparecer, para luego reaparecer de manera dolorosa, haciéndome estremecer por el reto que me supuso mi adolescencia en sí—La verdad es que no entiendo nada, siento que no estoy siendo de mucha ayuda, cada vez soy más sospechoso, yo no entiendo cómo es que conocía a esa tía, que al parecer me tenía como su sirviente o qué sé yo, estaba en su casa limpiando el pasillo, más bien fregándolo a pesar de que no tenía demasiadas ganas a decir verdad, es normal ya tenía yo que ordenar, y limpiar mi cuarto, para que ahora me tratase como su sirviente, pero es que me estoy agobiando, no entiendo qué me llegó exactamente hacer que esos recuerdos fueran bloqueados, y ahora por alguna razón, o simplemente porque sí, no lo sé, vengan, y que me haga confundirme todavía más, porque primero pasó con Ronald, creía que no lo conocía de nada, que las demás víctimas solo fueron casualidades sin más, y mira, ahora las conozco a todas, ¿qué será lo siguiente? Quizás me vuelva hasta loco—de nuevo el estrés me estaba consumiendo poco a poco, este caso me estaba resultando de lo más complicado, y me sentía tan perdido, que no sabía lo qué hacer al respecto, no sabía si creer en mí mismo, o en todas esas acusaciones que aseguraban que yo después de todo era aquel asesino en serie sin escrúpulos...Y entonces, sentí como los brazos de Gouenji me rodeaban, tratando así de tranquilizarme, y hacer que esa inseguridad desapareciese en un abrir y cerrar de ojos, haciendo de aquella magia que tanto hacía que me enamorase de él a cada segundo que pasaba más.

—Shirou no te estreses, seguro que con paciencia conseguimos responder a todas esas dudas, entiendo que tu adolescencia no fue nada fácil, y puede ser que tú mismo sin darte cuenta bloquearas esos recuerdos, sin embargo ahora te vas volviendo a reencontrar con esas personas del pasado, y eso puede ser uno de los morivos por los que esos recuerdos tormentosos vuelvan, el caso es que no pienso dejar que te vuelvas loco en ningún sentido, yo estoy aquí para ti, para lo que necesites, así que no te tienes por qué preocupar, porque pienso cuidarte y mimarte, siempre y cuando no me llames pesado, que entonces entenderé que soy uno sin remedio, pero bueno me enamoras, y no puedo evitar comerte a besos como ahora—me respondió manteniendo aquella sonrisa ladina que tanto le caracterizaba mientras trataba de animarme, y antes de poder decirle que no quería que me comiera a besos por la vergüenza que iba a sentir, no por otra cosa, comenzó con aquellos besos. Primero besó con delicadeza mi mejilla, luego se fue acercando lentamente a mis labios, hasta que los acabamos por juntar sintiendo aquella sensación maravillosa recorrer cada parte de mi cuerpo, sus tentadores y cálidos sobre los míos, como de manera lenta y con delicadeza, me recostaba sobre la cama, sin dejar de besarme, y entonces lo convirtió en uno húmedo, en el que nuestras lenguas lanzaban, como nuestros corazones latían al unísono, y como aquellas mariposas en nuestros estómagos se intensificaban, transmitiéndonos aquel amor anhelado por ambos.—Te amo muchísimo Shirou...—susurró contra mis labios antes de que yo abrazándole por el cuello, los volviera a juntar con los míos, mas no todo aquello terminó ahí sino que lanzando más bien lejos la camiseta de mi pijama, fue besando mi cuello, provocando que en la habitación solo se escuchase mis jadeos entrecortados, y aquellos gemidos vergonzosos, y en un momento determinado, el rubio me hizo una pedorreta en la barriga provocando que las risas se me escapasen de entre mis labios. Mi estrés poco a poco fue desapareciendo, tan solo podía centrarme en lo mucho que amaba a Gouenji, y en aquella unión entre nuestros cuerpos, Gouenji Shuuya aquella mañana me hizo el amor, entregándonos el uno al otro, con una vergüenza aún latente entre nosotros.

Where are my memories? (Inazuma Eleven) (Goenji x Fubuki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora