1.- Uno

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Sueño

Soñé con el día o la noche en que nuestros caminos se volverían encontrar, ésta vez, sin obedecer al destino o el azar, sino a la inquebrantable terquedad de nuestros corazones.

Si el mundo enfrentara sus últimas horas y el mundo lo descubriera ¿no sería la más atinada de las decisiones, el pasarlas con quien más se añora?

Siendo guardianes de sueños tan futuros como forasteros, debemos guardar los nuestros; pues lo egoísta de mis pesares te ha separado ya una vez de mí.

Creer en hacer lo correcto se enfrenta en cruenta batalla a desear lo incierto, pero lo incierto acaricia mis mejillas con la promesa de un abrazo eterno.

Antes, debo cumplir mi anterior compromiso, pues ni esos sueños forajidos, ni ese mundo contando sus granos de arena que se deslizan inclementes por el reloj, ni mi corazón expectante, pueden sobrevivir sin ti.

Te he encontrado.

1. Uno

¡David, cuidado!

Un aterrado grito lo sacó de su ensoñación y miró el desastre que tenía a centímetros de su rostro. De no haber llevado puestas las gafas de protección, aquel líquido correoso que salía a borbotones de su tubo de ensayo, y creaba un poderoso aroma, habría llegado hasta sus ojos y la estaría pasando muy mal en aquellos momentos.

El salón de clases completo salió corriendo; todos tosían debido al espeso humo que ya se había apoderado del techo del laboratorio de química de la escuela. David fue el último, avergonzado y ensimismado por el accidente que acababa de causar.

Era el tercer desastre que había ocasionado aquella semana, y todo por esa maldita sensación de quedarse dormido así de repente. No lo entendía, y le daba miedo siquiera hablarlo con las personas a su alrededor; ¿es que acaso se estaría volviendo loco?

Para cuando se unió al sofocado resto del grupo en el pasillo, que se sacudían como un montón de hormigas fumigadas, el maestro ya lo buscaba con la asquerosa vena en la frente que siempre parecía a punto de estallar, al rojo vivo. El bajo y rechoncho profesor se abrió paso entre los alumnos que aspiraban con fuerza el aire puro, y se paró a pocos centímetros del apesumbrado David.

No estábamos poniendo atención ¿eh?, compañero David –reprendió el hombrecillo.

Lo lamento… yo, no sé qué sucedió. Sólo estaba… -trató de excusarse el chico.

¡La seguridad en el laboratorio de química no es un juego! –gruñó el profesor- ¡puedes lastimarte o lastimar a alguien más!

Lo sé… lo siento –se disculpó David mientras miraba el gesto reprobatorio de sus compañeros.

¡Vaya a lavarse inmediatamente! –le ordenó el maestro- ¡y pase el resto de la clase ordenando sus ideas, por favor!

David asintió levemente y se alejó sin perder un segundo más en escuchar los reclamos a su alrededor. Se quitó la ligera bata blanca que era obligatoria para la materia, y siguió avanzando con la mirada baja, el resto del trayecto hasta los baños de la escuela.

Apenas el lunes, mientras Samanta y él horneaban galletas como parte de un proyecto para el taller de cocina que habían tomado juntos (o que ella le había obligado a tomar), incendió uno de los manteles de la casa de su amiga, y con problemas habían logrado controlar el fuego, y el día después a eso, sin explicarse cómo, había llegado a media calle, aún vestido en pijama, ocasionando un aparatoso accidente vial, donde, por fortuna, nadie había salido herido.

Focus Lumen 2: Los herederos de Escanón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora