Capítulo XXVIII
Los tratos del diablo.
Joel Nichols miraba los resultados de sus órdenes. Ahí, parado, espectador de un paisaje digno de las peores partes del infierno de Dante, mantenía su expresión impasible e imperturbable. Su pecho se inflaba pronunciadamente a cada respiro y sus ojos parpadeaban apenas lo necesario.
Estaban bajo tierra, a muchos metros de distancia de cualquier testigo que pudiese condenar sus acciones, y aun así, no lograba sacudirse la sensación de estarse ganando un juicio con cada segundo que el reloj consumía.
Un hombre casi tan intrascendente como la bata blanca que vestía, se acercó a paso precavido a Joel. Carraspeó un par de veces hasta que logró llamar la atención de su jefe y entonces, con una sonrisa nerviosa, comenzó a hablar:
-‘Él’ acaba de llegar, señor. Desea verle de inmediato –anunció.
-Déjalo pasar –indicó Nichols- ¿Qué sucedió con el mercenario?
-Tuvimos problemas para encontrarlo, puesto que nuestros radares no funcionan en esa parte del mundo, como usted bien sabe –justificó rápidamente el hombre- pero ya está bajo nuestra custodia y debería llegar en un par de horas a nuestras… habitaciones especiales.
Joel asintió a esto, complacido. La curiosidad que el sobreviviente de aquel comando perdido le producía, había estado revoloteando su mente por días y noches enteras. Había algo en ese suceso que simplemente le saltaba al ojo. Algo ‘especial’.
-La nueva carga también está aquí –bramó el obrero con una energía que delataba su necesidad de complacer a Joel.
En ese momento, una cortina de metal que estaba a las espaldas de ambos hombres, comenzó a subir mientras una sirena anunciaba tal suceso. Cuando ésta dejó un espacio lo suficientemente grande, las luces frontales de un pesado camión de carga alumbraron los laboratorios subterráneos de ‘Focus Lumen’. Así mismo, una veintena de soldados bien armados y marchando al unísono, entraron haciendo escolta al camión flotante que se introdujo a la plataforma principal del lugar.
Cuando la nave hubo llegado a su lugar, se detuvo aterrizando con suavidad en el suelo. Dos de los hombres armados se dirigieron a las puertas traseras de la caja de carga e introdujeron un código en el panel táctil que hacía de cerrojo. Los portones reaccionaron al código una vez introducido y se abrieron de par en par. El resto de los soldados, con impecable coordinación, se dispusieron a descargar el botín que habían protegido hasta entonces.
Joel, cansado de ver el vaivén de tales paquetes, desvió la mirada hacia su subordinado como para repetirle la última orden que había dado. El otro entendió sin necesidad de escucharla nuevamente, y se alejó con pasos que más que eso, parecían brinquitos.
Esperó apenas un minuto, después del cual notó una silueta por el rabillo del ojo que resultó ser del ya conocido enmascarado. Vestía como siempre, la túnica impecablemente blanca que le cubría cada rastro de piel (Joel solo podía suponer que había piel debajo de aquello) y la máscara con una falsa cicatriz a la altura de la mejilla.
Por unos momentos, ninguno dijo nada, y se contentaron con observar el panorama ante ellos. Cada cual con diferentes meditaciones al respecto y ambos, preparándose para la conversación que se avecinaba, que, por la naturaleza de sus intenciones, no podía ser tomada a la ligera.
-Veo que ha decidido tomar acciones prácticas –comenzó el enmascarado con el diálogo-. Una buena decisión, si me lo permite.
-Pues no lo permito –respondió Nichols con brusquedad-. La condescendencia es algo que no logro soportar.
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Focus Lumen 2: Los herederos de Escanón.
Fiksi RemajaDavid ha tenido sueños muy extraños, tanto, que su mente ya no sabe distinguirlos de la realidad. En otro mundo, muy lejano, una guerra entre dos dimensiones pone en peligro la existencia que con tanto trabajo, los humanos han logrado establecer. El...