La cruenta batalla ya había arrasado con todo el hermoso pueblo a la orilla del lago. Habían utilizado todo lo que tenían a la mano contra los horribles demonios que habían aparecido de pronto. Pero jamás habría sido suficiente. Eran como lobos: lobos sangrientos e insaciables.
El último grupo de personas aún con vida (apenas seis de ellos) tomó refugio en la casa que estaba al final de la calle.
Sólo dos hombres estaban armados. El resto, una mujer y un puñado de niños, se escondían detrás de los curtidos pescadores, quienes blandían un par de machetes listos para la acción, vigilando casi sin pestañear la rendija inferior de la puerta de madera, único lugar por donde la luz entraba.
Habían tenido que arrancar un par de tablones para acceder a esa diminuta construcción que había sido clausurada ya hace tiempo. Creyeron que la apariencia abandonada de la casa les serviría para despistar a aquellas bestias que ya habían sometido al resto de los aldeanos después de una desesperada y muy corta resistencia. Estaban equivocados.
Una niña, la más pequeña, comenzó a llorar aterrada y descorazonada. El más viejo de los campesinos se volvió y miró a la única mujer mayor que estaba entre ellos. Ésta, entendiendo el mensaje, abrazó a la pequeña y trató de tranquilizarla.
No era su madre, pero en ese instante, en ese momento, era todo lo que tenía. Sus padres seguramente habían muerto tratando de protegerla. ¿Tendría ella el valor de hacer lo mismo?
Una par de sombras se proyectaron en la delgada línea de luz que bañaba el polvoriento suelo. El grupo se tensó, sin la voluntad o la capacidad de moverse ya.
Los hombres armados se prepararon para lo inevitable. Las bestias estaban afuera; obviamente el escondite no había logrado su propósito.
Podían escuchar una respiración rasposa, asquerosa, con la furia y el hambre contenidas en ella.
El momento había llegado, todos lo sabían. Se miraron entre sí con resignación y tristeza. Estaban atrapados y no tenían forma de ganar esa pelea.
Un golpe a la puerta que resonó con un eco espantoso y sus corazones se agitaron casi al mismo ritmo; otro más y el hombre más viejo cerró los ojos, conteniendo las lágrimas.
El tercero terminó por derribar la puerta y la luz súbito marco de la escena, sería su momento final de vida.
5.-
Entraron casi arrastrados por el río de gente que se movía con desesperación al interior del edificio. Pronto los tres amigos corrían por el pasillo sin siquiera haber visto a sus perseguidores, pero las explosiones anunciaban que estaban cada vez más cerca.
El grupo de maestros, con la ayuda de algunos alumnos, desesperadamente levantaron una barricada en el acceso principal, utilizando mesas y pupitres para atrancar las enormes puertas del colegio.
No pasó mucho tiempo antes de que se dieran cuenta de lo inútil de sus esfuerzos. Con un bramido acompañado de un destello de energía oscura, las puertas se vinieron abajo.
David, Samanta y Abel se encontraban petrificados al final del corredor junto con otra decena de estudiantes. Para su horror, algunos de los valientes que se habían atrasado para asegurar la entrada, habían quedado atrapados en la explosión y ahora yacían inmóviles en el suelo.
David no pudo evitar exclamar desesperado cuando un par de siluetas cubiertas por las ya familiares mantas cafés, avanzaron con paso firme para cruzar el umbral de la entrada.Uno de ellos levantó su dedo y señaló a algún punto de la muchedumbre; todos gritaron aterrorizados, pero sólo David estaba seguro de que era él, el señalado. No le quedaba duda, a pesar de que no alcanzaba a ver esos todavía misteriosos rostros, sentía sus miradas fijas en él. Esa atención macabra escudriñándolo de arriba abajo.
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Focus Lumen 2: Los herederos de Escanón.
Novela JuvenilDavid ha tenido sueños muy extraños, tanto, que su mente ya no sabe distinguirlos de la realidad. En otro mundo, muy lejano, una guerra entre dos dimensiones pone en peligro la existencia que con tanto trabajo, los humanos han logrado establecer. El...