Capítulo XXIII: Puertas y umbrales.

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“La oscuridad es simplemente un lugar olvidado por la luz. Inalcanzable o escondido a consciencia. De los valientes peregrinos que con gallardía dedican pasos a esos terrenos perdidos, poco se sabe.

Son ellos quienes merecen ser llamados ‘Héroes’”.

Capítulo XXIII

Puertas y umbrales.

Aparecieron detrás de una roca saliente del suelo, no lo suficientemente pequeña para ser una roca, ni tan grande como para ser una montaña. Ésta era de un negro tan profundo como las altiplanicies que les rodeaban, y el suelo que los sellos pisaban. El cielo, igual de oscuro en casi toda su totalidad, hacía imposible distinguir el horizonte, pues se fundía en un sombrío límite visual, detrás de un par de cañones.

Tres soles de diferentes rojos lanzaban débiles rayos que permitían que la vista fuera útil para algo, pero no se comparaban con la energía y viveza con el que el astro conocido por los humanos, se desenvolvía.

El aire se sentía más espeso, y la gravedad un poco más elevada que en su mundo de origen. Razi y Kira, que nunca habían estado ahí, escudriñaban los alrededores con la mirada de un par de astronautas que pisaban por primera vez, la luna.

David, por su parte, siguió con la mirada una vereda que conducía hasta donde una aldea de casas con forma de caparazón, rodeaba un tenebroso castillo que se levantaba muy por encima de las modestas viviendas. La única construcción que asemejaba en algo a la arquitectura humana, pero sin dejar de ser algo totalmente bizarro para apreciar.

El chico se dejó envolver por un escalofrío al recordar la última vez que había estado ahí. Recordaba todo aquello con la lucidez precaria de un sueño reciente. Tragó saliva, intentando no sentirse muy intimidado.

Gabriel les recordó que ya podían soltarse, pues los sellos se encontraban tan embelesados en sus propias reflexiones, que apenas si habían movido el cuello.

-Recuerden: deben entrar al palacio y detener a Abdul a toda costa –reenumeró Gabriel-. Habrá que confiar en esa chica y esperar a que en realidad les sea de ayuda.

-¿Debemos entrar ahí? –preguntó Kira con una expresión de incredulidad y señalando el castillo- ¿A esa cosa?

-Lamento que así sea… yo…

-Tienes que irte –determinó Razi-. Debes dejarnos esto a nosotros.

-Vendré lo más pronto posible –prometió el obelisco-. Quizá sea una buena idea que se armen con sus Helms desde ahora. Este mundo está lleno de desagradables sorpresas.

Gabriel tomó la distancia que consideró prudente antes de despedirse con un simple gesto. Habría querido decir más después de tanto tiempo de ausencia, pero no lograría jamás que sus palabras fueran apropiadas.

Rafael le había pedido confianza en los sellos, y no quería demeritar esa postura con una innecesaria solicitud de que fueran cautos.

Así, sin meditarlo más, partió a enfrentar su propia batalla.

Los sellos se enfundaron en sus respectivas armaduras y por algún instinto que no se detuvieron a examinar, se acuclillaron tras la roca. Tenían una clara vista del castillo y cuanto le rodeaba; David comenzó a sentirse más y más ansioso.

Razi extendió el pergamino que Henry le había entregado antes de partir. Un dibujo bastante rústico estaba tallado en la superficie del papiro marrón. Como una fotografía satelital, retrataba bruscamente un aproximado de la vista superior de aquel terreno. Parecía concordar.

Focus Lumen 2: Los herederos de Escanón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora