Capítulo XX
El terrible Bäem
Adam abrió los ojos cuando escuchó que la puerta tras de él se abría. No tuvo que voltear para saber de quién se trataba, y no tenía que preguntar a qué se debía tal visita a sus habitaciones, pues por supuesto la había estado esperando.
Hizo a un lado su elegante capa mientras se volvía para recibir a Abdul y escuchar las noticias que éste le traía. Encontró en el siempre inanimado rostro de su sirviente, la acostumbrada reverencia que los de su mundo solían dedicarle. Apenas respondiendo el gesto, Adam urgió al recién llegado para que le informara de lo acontecido. Su prisa se debía a la premura de saber que las distracciones para sus enemigos, parecían estar llegando a su fin. Apurarse, era esencial.
-Mi señor –comenzó Abdul con su reporte-, los generales ya están en éste castillo; todo ha resultado según lo planeado y esperan órdenes –anunció con la seseante lengua de Parac-do-. Pero me temo que no todas son buenas noticias.
-Te escucho –replicó el monarca con voz parca.
-Tal parece ser que Bäem ha decidido extender su estancia en el mundo de los humanos. En estos momentos enfrenta a dos de los sellos en la ciudad más grande de su tierra.
Adam consideró lo que acababa de escuchar por unos segundos, luego, como si esto realmente no le sorprendiera en lo absoluto, hizo un gesto de comprensión.
-Debo suponer que ha fracasado en su misión de encontrar a Miguel Ángel –atinó con tranquilidad-. En todo caso, su presencia ahí puede darnos un poco del tiempo que necesitamos para preparar todo. Mantenlo vigilado –ordenó con un tono que por primera vez denotaba severidad- si las cosas se salieran de proporción, habrá que invitarle a volver.
-Entendido.
-¿En cuánto tiempo estarán listos los generales?
-Trataré de que sea lo antes posible –fue lo único que respondió Abdul.
-Ya veo. En todo caso, dejo esta tarea en tus confiables manos, mi viejo amigo. Mi viaje está próximo, puedo sentirlo.
-Será como usted ordene, mi señor –y de pronto, como si acabase de recordarlo (aunque para Adam quedaba claro que la había dejado intencionalmente para el final) Abdul agregó una noticia más-. Debo hacerle saber que por fin, se nos ha unido quien tanto esperábamos.
-Ya era tiempo; su timidez comenzaba a irritarme. ¿Y? ¿Es el arma que tanto habíamos anhelado?
-Su poder es tan sorprendente como nebuloso; habrá que trabajar para llegar a ese límite. Lo que debe preocuparnos es su corazón: sigue siendo humano.
-Te encargarás también de eso, debo asumir.
-No lo dude.
-Bien –asintió para después dirigirse al elevado balcón de su habitación, el cual le dejaba ver una buena porción de su reino; el paisaje se extendía por kilómetros y las negras montañas bañadas por la eterna luz carmesí de sus soles, parecían temblar, cual si entendieran la batalla que enmarcarían pronto-. Aquí es donde la verdadera guerra comienza.
El grupo había avanzado entre callejones, sombras y un hogar vacío tras otro. De vez en cuando, patrullas de los poseídos pasaban cerca de ellos, pero gracias a la habilidad de los sellos de sentir el Lumen de las personas, no tuvieron problemas para evitarlos.
Cruzaron de cabo a rabo la muda ciudad, siguiendo al por demás precavido César, mientras que Razi, justo detrás de él, le avisaba si el camino estaba libre de obstáculos indeseables. Aun así, incrédulo del supuesto poder de los recién conocidos, el hombre checaba un par de veces antes las calles que tenían que atravesar para llegar a su objetivo (del cual, los sellos aún no sabían nada), antes de proseguir.
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Focus Lumen 2: Los herederos de Escanón.
Ficção AdolescenteDavid ha tenido sueños muy extraños, tanto, que su mente ya no sabe distinguirlos de la realidad. En otro mundo, muy lejano, una guerra entre dos dimensiones pone en peligro la existencia que con tanto trabajo, los humanos han logrado establecer. El...