Capítulo XXV: Los generales

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Capítulo XXV

Los generales

Los cuatro sellos saltaron del susto cuando una incorpórea Yuna se apareció frente a ellos. El fragmento del alma de la oráculo caminó desde dentro del pasillo hasta la puerta donde los chicos aún dudaban del siguiente paso. La representación de la chica era bastante fiel, sólo que con una consistencia gaseosa. Era ver un simple holograma de la alumna de Equímides.

-¿Qué hacen ahí? ¿Acaso no piensan entrar? –le recriminó a los sacudidos sellos.

-Es que –habló Kira, sintiéndose un tanto estúpido de hablar con algo que lucía como un fantasma- el castillo parece estar vacío. Ni siquiera estamos seguros de que este sea el lugar.

-Claro que lo es –aclaró sin dudar Yuna-. Síganme, pero háganlo con cuidado.

La oráculo dio la media vuelta y comenzó a avanzar por el oscuro pasillo. David tragó saliva y miró al resto sin atreverse a hablar con ánimos actuados. Se limitó a seguir el espíritu de la irritante chica antes de que ésta terminase por dejarlos abandonados en la oscuridad. Los otros tres respondieron a esto simplemente imitándolo.

Un par de llamas azules se encendieron de pronto. Los chicos se detuvieron por instinto y no avanzaron hasta comprobar que no había nada que temer acerca de ellas. Conforme avanzaban por el tenebroso lugar, las dos llamas que flotaban por sobre sus cabezas, comenzaron a seguirles, iluminando el titubeante paso de los forasteros.

Las paredes estaban decoradas con símbolos grabados en las mismas; símbolos que por supuesto resultaban ilegibles para ellos. Había también cuadros que representaban escenas grotescas que perdieron impacto después de las primeras doce o trece vislumbradas. Había también armaduras que no estaban diseñadas para un cuerpo humano, y armas semejantes a aquellas medievales que aún se podían encontrar en los pocos museos que restaban en la dimensión contraria.

Nadie dijo nada, quizá por temor a despertar cualquier cosa que aún no notase su invasiva visita; quizá por el miedo de descubrir que de hecho, nadie saldría a su paso y aquello se tornase aún más sospechoso de lo que ya era.

Se toparon con varios cruces y los pasillos parecían repetirse a sí mismos. Era un laberinto de tan mala cara, que los sellos apretaron el paso, temerosos de perder a su única guía, quien avanzaba con un aparente conocimiento de ruta que a ellos les faltaba. Perderse ahí podría significar el consumir las horas que el segundo espíritu les proporcionaba como tanque de oxígeno.

A David le daba la impresión de que las paredes se cerraban sobre ellos. No era así, pero sus sentidos estaban ya tan alterados, que cada paso resultaba claustrofóbico. No podía separar la idea de estar caminando más y más dentro del estómago de una bestia que por nada los dejaría volver a la libertad. Una mano rozó la suya, y tuvo que hacer un esfuerzo muy grande para no saltar de la impresión. Tessa se disculpó con la mirada, pues el mismo nerviosismo que atacaba a David, había hecho de la chica, su presa y ésta caminaba casi hombro a hombro con él.

David olvidó su ansiedad por un momento. La calidez en la piel de Tessa le hizo pasar por muchas otras emociones igual de intensas. Un rozón más y aquello dejó de sentirse casual. Había una mezcla de culpa y emoción en su mente que le obligó procurarse una distracción.

-¿No encuentras extraño este abandono, entonces? –preguntó a Yuna y su voz resultó mucho más audible de lo que hubiese deseado. El resto pareció estremecerse.

-La última vez que estuve aquí no encontré más que Adam y Abdul. Parece ser un territorio prohibido para alguien que no sea de alto rango –respondió ella, con una voz mucho más discreta.

Focus Lumen 2: Los herederos de Escanón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora