Capítulo XXIV
La inocencia del tercer hermano
Nadie se movió. Adam y los tres obeliscos permanecieron en una suerte de duelo silencioso, tratando de comprender los sucesos que les habían llevado hasta ese momento. Incluso Gabriel y Rafael, quienes llegaron en calidad de perseguidores, parecían reacios a comprender tal momento como real.
Adam no lucía preocupado. Entendía que no había nadie en ese lugar con sus poderes y se mostraba curioso si acaso. Las circunstancias habían probado tener cierto sentido del humor y le habían puesto enfrente a todos los obeliscos, exceptuando a aquel que buscaba con tanto ahínco.
Aunque lucía como el momento indicado para eliminar de una buena vez a tres de las mayores amenazas que sus sueños enfrentaban, tendría que esperar, pues estaba seguro, que abrir aquellas puertas sólo era el primer paso de un proceso que él desconocía, para hacerse del poder de Andemián, la única razón de haber invadido aquel lugar de tan poco interés para él.
Entendía que los obeliscos habrían irremediablemente de extraer el poder de su padre, pues una vez abierta la puerta, no arriesgarían a que éste se perdiera o cayera en las manos equivocadas (aunque él consideraba, no había manos más dignas que las suyas), así que, ya fuera por defenderlo o hacerse de él, los tres guerreros tendrían que descubrir el poder de Andemián. Sólo tenía que ser paciente y arrebatárselos de sus propias manos.
No, aun no era momento de eliminarlos. Los necesitaba.
-No encuentro el adjetivo más adecuado para esta singular reunión –habló con elegancia y soltura, demostrando el perfecto manejo que tenía del idioma humano-, pero ojalá no me confundan con mentiroso cuando les confiese que me causa una agradable emoción.
-El poder de nuestro padre pertenece al mundo que tanto amó –exclamó Rafael con fiereza-. Ustedes no merecen ni el mínimo de su calor.
-¿Qué piensas hacer con él? –le preguntó Gabriel a Adam-, entiendo que esta comadreja busque quedárselo –dijo mientras señalaba a Uriel, quien plasmó una falsa expresión de dolo en su rostro-, pero tú ni siquiera puedes llevarlo a tu chiquero sin que se desvanezca con el tiempo.
-Ah sí, claro. Te refieres por supuesto a todo este problema de incompatibilidad creado por los sellos –manifestó Adam con sarna- ¿Cómo están ellos, por cierto? No estarán corriendo peligro ni nada parecido, espero.
El silencio de sorpresa de Gabriel y Rafael no pasó desapercibido para el elegante parac-to; sobre todo, porque ya lo esperaba. Sonrió con delicadeza mientras negaba ligeramente con la cabeza.
-Pero no deben preocuparse, ellos están en buenas manos. Creo que están más seguros ahora que con ustedes, aunque la verdad es que no ponen la vara muy alta –se burló Adam, causando una alarma evidente en Gabriel y Rafael.
-Ustedes dos sí que son idiotas –se burló Uriel con un ademán de burla que por un momento, pareció forzado-. Lo único que tienen que hacer y lo echan a perder.
-Eso sólo significa que tendremos que acabar aquí más rápido de lo planeado –respondió Rafael con preocupación disfrazada-. Uriel, te pido por última vez: recapacita, no hagas esto. Sólo vete.
-No puedo hacer eso –fue la respuesta seca del aludido.
-¿Es tanta tu avaricia? ¿Realmente necesitas más poder del que ya posees? –preguntó Rafael, a lo que Uriel simplemente se encogió de hombros-. Entonces supongo que no hay otro camino que el de la pelea.
-Bonito lugar –interrumpió Adam; sus ojos deambulando por las habitaciones de Andemián.
El cuarto era, sin duda, el más espacioso de todo el lugar. Más que una habitación era un templo por sí mismo. Las paredes eran de un blanco (bastante notorio incluso con la oscuridad que reinaba) impecable, que compartía su brillo con el mármol del piso. No había muebles ni nada que recordase a una estancia humana. Sólo varios espejos repartidos con exactitud por las paredes y un lienzo negro que ocupaba el otro extremo de la habitación. Así, además de los recién llegados, la habitación de Andemián era un cuarto prácticamente vacío.
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Focus Lumen 2: Los herederos de Escanón.
Teen FictionDavid ha tenido sueños muy extraños, tanto, que su mente ya no sabe distinguirlos de la realidad. En otro mundo, muy lejano, una guerra entre dos dimensiones pone en peligro la existencia que con tanto trabajo, los humanos han logrado establecer. El...