Capítulo XIX: Un pueblo sin voluntad, una ciudad sitiada

1.2K 27 5
                                    

Capítulo XIX

Un pueblo sin voluntad, una ciudad sitiada

David pasó los dedos sobre la superficie de la banda de metal que rodeaba su brazo. El artefacto, en apariencia, había cumplido su cometido, ya que, además de los problemas previsibles con los que se habían encontrado, la verdad es que todo estaba bajo relativo control.

Cantharos les dijo que aquellos objetos impedirían que Adam y sus compinches les pudiesen detectar; era una especie de sistema de seguridad a larga distancia, y aunque el hombrecillo había demostrado ser muy efectivo en todo lo que realizaba, David comenzaba a mostrarse un tanto escéptico: ¿realmente aquel poderoso monstruo disfrazado de humano, había estado ciego ante las anomalías de su propia dimensión? ¿Su propio mundo? Parecía poco probable que si ellos, un grupo de chicos veinteañeros, habían descubierto sendas aberturas entre los universos, el ser más poderoso que David había conocido jamás, permaneciese en la ignorancia. Incluso, dicho así, sonaba ridículo.

No, algo no se sentía bien.

-

¿Estás de acuerdo, David? –cuestionó Tessa, con el tono de haber repetido la pregunta.

-

¿Eh…? ah, sí claro. Me parece lo más sensato –respondió David con apenas media consciencia activa.

-

Bien –apuntó Razi-, será así entonces. Tessa y Kira serán quienes vayan a Oppidum Lux; conocen mejor la metrópoli y eso será una ventaja. David y yo iremos juntos a la comunidad anexa; cuando terminemos, los alcanzaremos en la ciudad. De ahí todos juntos regresaremos con Cantharos y los demás.

-

Bueno –agregó Kira, un tanto nervioso-, definitivamente es un plan optimista.

Nadie respondió directamente a esto. La verdad es que todos tenían sus dudas al respecto, pues sin duda, muchas cosas podían salir mal. Separar el equipo era equivalente a dividir fuerzas, y era imposible saber qué les esperaba en sus próximos destinos.

David se cruzó de brazos y trató de calmar su respiración. Observó uno por uno los rostros de sus amigos y entendió que cada uno libraba una lucha interna por no caer en pánico. Y es que, a final de cuentas, sólo eran unos chicos, nada más que eso. Simplemente las responsabilidades no respetaban edades, ni madurez.

Tessa seguía con su expresión de culpa, y de vez en cuando, lanzaba sonrisas de falso ánimo a todo el que descubría mirándola; Kira era menos discreto: jugueteaba con sus dedos, presas de la ansiedad, y se frotaba los rasgados ojos con los nudillos, como tratando de reaccionar. Razi era la más ecuánime de todos; permanecía impasible y concentrada. Observaba por la ventanilla del jet y apenas si parpadeaba. De alguna forma, ella era la líder moral del grupo, y terminaba siempre por encontrar el mejor camino de acción, incluso había sido quien decidió la división del grupo. Mientras los otros simplemente pensaban en todo lo que podía sucederles, ella se había tomado el tiempo para meditar un plan. No quedaba otro remedio más que admirarle.

La nave comenzó a bajar notablemente de velocidad y los chicos salieron de su trance. David se asomó por la ventanilla y pudo distinguir los primeros rastros de civilización que habían visto en horas.

Empezó con pequeñas casas aquí y allá, que pronto formaron calles y avenidas. Las conocidas placas que hacían de pavimento y que permitían el desplazamiento de los automóviles flotantes, permanecían desiertas, sin movimiento, confirmando el miedo de todos: la grieta ya había afectado a aquella comunidad también, aunque a esas alturas era imposible saber la magnitud del daño.

Focus Lumen 2: Los herederos de Escanón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora