Capítulo XV
Dos almas sin voluntad
Rafael se detuvo por unos instantes. Al entrar había tenido la extraña sensación de que el castillo había suspirado, como si su sola presencia le hubiese inyectado vida a la construcción.
Antorchas dispuestas a lo ancho y alto de las paredes se encendieron de sopetón, y la música moribunda de un órgano pasó haciendo ecos alrededor.
Los sentidos de alarma del obelisco se encendieron de inmediato, y es que no se necesitaba ser un genio para entender que todas esas señales distaban de entrar en la categoría de lo “normal”, incluso para sus estándares.
Rafael, sin bajar la guardia, examinó sólo con la vista el lugar al que había llegado. Dejó que sus ojos lo condujeran por todo el recibidor, el cual era amplio y tenía forma elíptica. El piso estaba cubierto por madera que parecía exageradamente limpia, tomando en cuenta que el castillo se encontraba en medio de una isla abandonada y selvática. Justo frente a él, un altar cubierto por oro casi en su totalidad, estaba iluminado por velas del tamaño de sus brazos. Le llamó inmediatamente la atención, que encima de dicho altar, había un par de pinturas con escenas muy similares al tallado de la puerta que había cerrado tiempo atrás, en el templo de Andemián.
Debió pasar mucho tiempo observándolas, pues no notó inmediatamente que la música del órgano se había tornado más sonora, casi como si estuviese en el cuarto donde por fin el obelisco salía de su estupor e inspeccionaba el resto del lugar con la confusión que la melodía le producía.
Sus ojos lo condujeron hacia la parte superior. Al parecer todo el castillo podía alcanzarse desde esa sección, pues un par de escaleras que perfilaban el altar, subían hasta encontrarse a medio camino, en donde continuaban en forma de un pasillo circular que hacía de andén de varias puertas dispuestas también siguiendo una circunferencia que hallaba su parte central vacía, permitiendo observar así, el resto de los niveles, construidos de forma similar al primero, hasta terminar en una cúpula que sostenía un candelabro de enormes proporciones.
Todo el lugar tenía una decoración barroca, inexacta, irregular. Varios de los ornamentos que se sostenían de paredes empapeladas, tenían la apariencia de la cera cuando ésta se ha derretido. Las antorchas parecían lo único fuera de lugar, pues daban la impresión de pertenecer a una mazmorra más que a un castillo.
Rafael no podía sacarse de la cabeza, una especie de angustia que de pronto había invadido su pecho. Acaso era la música o la decoración, quizá una combinación de ambas, pero la verdad era que el sentimiento crecía a cada segundo y pronto resultaba poco más que incómodo.
Sacudió la cabeza, como si tratara de arrancarse un mareo y se dirigió a una de las escaleras para comenzar su ascenso. Parecía lógico pensar que aquello que buscaba, estaba en la parte más alta del castillo, pues alguien se había tomado la molestia de hacer difícil el acceso a ésta.
Pensó en saltar por secciones aquella torre ostentosa, pero por alguna razón los ánimos le habían menguado, y a falta de una mejor palabra, el obelisco se sentía sumamente deprimido. Se obligo nuevamente a entrar en razón y de cualquier manera, decidió seguir avanzando en franca caminata hacia los pisos superiores.
¿Era miedo? Ni siquiera los obelisco estaban exentos de sentir algo tan natural como el miedo, pero pronto descartó esa idea, pues por más que buscó dentro de sí, no logró encontrar un atisbo de terror; era más bien un desgano emocional, como si de pronto hubiese perdido el sentido de lo que sea que estuviese haciendo ahí.
Todos los niveles parecían una calca del resto. Andenes circulares que conducían a puertas firmemente cerradas y hacia los escalones que llevaban al siguiente. Uno tras otro y por cinco de ellos, nada varió. Ni el color, ni la disposición de las puertas, ni la decoración en general. Nada sino hasta el sexto.
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Focus Lumen 2: Los herederos de Escanón.
Teen FictionDavid ha tenido sueños muy extraños, tanto, que su mente ya no sabe distinguirlos de la realidad. En otro mundo, muy lejano, una guerra entre dos dimensiones pone en peligro la existencia que con tanto trabajo, los humanos han logrado establecer. El...