Capítulo V
Reencuentro
El recién llegado tenía una pinta bastante imponente. Dos metros de altura y un físico que recordaba inmediatamente a un toro. Tenían cabello rubio y largo, amarrado con simpleza en una cola de caballo; su rostro era cuadrado y severo, estaba adornado con una barba de candado muy bien cuidada y unos ojos azules profundos; lucía como de treinta años. Vestía una playera también azul, muy justa y jeans negros deslavados.
Tanto David como Tessa se relajaron al notar que no era Arum lo que emanaba de él, sino el familiar y amigable Lumen. Les sonrió; parecía estar aliviado de verles.
-Su maniobra ha sido algo descuidada –les reprendió con una voz gruesa- seguro que mi hermano les explicó que el enemigo puede localizarlos con sólo sentir su energía ¿no?
-Tu hermano… -David por fin recordó que ya había sentido la energía del musculoso rubio frente a él- eres el que nos ayudó en África, el hermano de Gabriel.
-Sí –afirmó- así es.
-Lo sentimos mucho, pero –explicó Tessa comprendiendo pronto la situación- estamos buscando a nuestros amigos; pensamos que sí nosotros…
-Lo entiendo –le tranquilizó-. Aunque dudo mucho que los parac-tos vuelvan a atacarlos sin tener un plan; me parece que escarmentaron lo suficiente en aquella selva para no tomarlos a la ligera; no está de más, ser cautos –tanto Tessa como David se notaron algo abochornados-. Y no deben preocuparse, sus amigos están bien y a salvo.
David y Tessa sonrieron y se miraron al mismo tiempo. Aquella aclaratoria resultaba tranquilidad y oxígeno puro. No sólo por el hecho de que ya no tendrían que enfrentar el problema de los conductos abiertos hacia parac-do ellos solos, sino porque después de todo lo vivido, los cuatro sellos ya eran como una familia.
-¿Sabes dónde están? ¿Puedes llevarnos con ellos? –quiso saber, emocionada, Tessa.
-Tranquila, todo a su tiempo. Permítanme presentarme. Mi nombre es Rafael, hermano mayor de Gabriel, por supuesto, como él, soy un obelisco y en su ausencia, continuaré la labor que dejó obviamente inconclusa.
David se sintió un tanto ofendido por lo de “obviamente” pero no dijo nada. Tanto él como Tessa bajaron la mirada con tristeza pensando precisamente en la ausencia de Gabriel. En parte porque de alguna forma se sentían culpables de su muerte, pero sobre todo porque al igual que a Razi y a Kira, ya le habían tomado mucho cariño.
Rafael, que notó esto, soltó una risa que confundió a los dos sellos.
-Oh, no se preocupen –les pidió, adivinando lo que estaban pensando- mi hermano no está muerto, sólo está un tanto extraviado.
-¿Hablas en serio? –preguntó atropelladamente Tessa, sintiendo de pronto la misma necesidad de reír- ¿él está…?
-Los obeliscos estamos unidos de una forma que no podrían entender –les explicó mientras asentía a la pregunta de la chica- si uno de nosotros muriera, lo sabríamos de inmediato. No sé dónde pueda estar, pero les aseguro que sigue con vida.
-¿Y Equímides? –cuestionó David, casi a sabiendas de cuál sería la respuesta en ese caso.
-Mucho me temo –explicó Rafael ya con expresión sombría- que ya no hay nada que podamos hacer por él.
Aunque habían estado casi seguros de esa verdad, los chicos no pudieron evitar que la confirmación les llegara hasta el alma. Ahora estaban seguros: jamás volverían a ver la cálida y comprensiva sonrisa del oráculo.
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Focus Lumen 2: Los herederos de Escanón.
Novela JuvenilDavid ha tenido sueños muy extraños, tanto, que su mente ya no sabe distinguirlos de la realidad. En otro mundo, muy lejano, una guerra entre dos dimensiones pone en peligro la existencia que con tanto trabajo, los humanos han logrado establecer. El...