Capítulo XI
Un fulgor en el pueblo
David y el resto de los sellos permanecían frente a Rafael mientras éste les daba indicaciones, reunidos en la cueva que conducía al desfiladero, que a su vez llevaba hacia el mágico azul del océano sacudiéndose apenas notoriamente por la ligera brisa que soplaba en la costa; como un pañuelo invisible de despedida para los sellos.
David encontraba notoria la lucha interna que el obelisco libraba por mantener la calma en momentos que resultaban tan críticos para él. No era muy claro lo que sucedía con Gabriel, por lo menos no para los chicos, pero esa misma ansiedad contenida por parte del rubio fortachón ya ataviado en una elegante armadura azul, con hombros anchos, molduras esbeltas y curveadas, y un material casi indestructible que cubría casi la totalidad de su anatomía, les daba una pista de que simplemente algo no andaba bien.
-Deben recordar el entrenamiento de estos últimos días –les repitió por tercera vez-. Los parac-tos que están a punto de enfrentar son instinto puro, capaces de sentir una energía ajena acercándose a ellos. Traten de esconder su Lumen hasta el último momento. Es la única forma de cogerles.
-¿Qué debemos hacer con ellos? –preguntó Razi.
-Me gustaría decirles que todo se puede resolver de manera pacífica –lamentó Rafael- pero la verdad es que los parac-tos son inevitablemente agresivos. Verán en ustedes una amenaza…
-O una potencial botana –agregó Kira.
-En todo caso dudo mucho que puedan evitar una confrontación; confrontación que ellos librarán a muerte y así deben hacerlo ustedes. Lo importante será cerrar la conexión entre los mundos, de esa manera no habrá más amenaza.
Los sellos se miraron entre sí, convencidos de llevar a cabo la tarea a buen puerto; David sin embargo y por una razón que caía en la categoría de “misterio” no fue capaz de atravesar su mirada con la de Tessa. Era algo parecido a la culpa.
-Jamás deben olvidar, que ustedes son los sellos y su seguridad está primero. Perderlos significaría perder también la guerra. Quisiera en verdad poder estar ahí, ayudándoles…
-Detente –le pidió Razi- necesitamos a Gabriel, y tú eres el único que puede ayudarle.
-Estaremos bien –le tranquilizó Tessa-. Confía en nosotros.
El obelisco asintió decidido y esto de alguna manera ayudó en el ánimo de todos. Por fin podían considerarse un mismo grupo. A diferencia de las batallas pasadas, ésta vez todos estaban tras un mismo objetivo, y eso hacía las cosas mucho más llevaderas.
Los sellos pasaron entonces a vestir sus Helms, cada uno enunciando el nombre de sus armaduras, llamándolas a batalla y dejándose cubrir por el cálido abrazo de su metal. Brillos rojos, púrpuras, amarillos y verdes inundaron el hueco en la roca con un mar multicolor e inquieto que se extinguió cuando cada parte de las protecciones se materializó en los cuerpos que resguardaban.
David levantó la mirada por encima de Rafael y encontró al resto de la nueva familia, observando todo desde el túnel que conducía a los desordenados y caóticos aposentos de Cantharos.
Los cuatro chicos y el entusiasmado hombrecillo les sonreían con intención de animarlos, cual si se tratara de un público que se encontraba ahí para observar un espectáculo cirquense.
De entre todos, y a la mirada de David, sobresalía Samanta, con esa majestuosa sonrisa que siempre le hacía sentirse mejor consigo mismo. La chica murmuró algo exagerando el movimiento de sus labios. David lo entendió y las silentes palabras tomaron forma en su cabeza: “Lo prometiste”, le recordó ella.
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Focus Lumen 2: Los herederos de Escanón.
Teen FictionDavid ha tenido sueños muy extraños, tanto, que su mente ya no sabe distinguirlos de la realidad. En otro mundo, muy lejano, una guerra entre dos dimensiones pone en peligro la existencia que con tanto trabajo, los humanos han logrado establecer. El...