Capítulo IX
En un solo momento
David no entendió lo que veía, no al principio. Incluso se volvió al resto pero todos se encontraban pasmados por lo que sucedía en la pantalla. Se obligó a mirar de nuevo.
Un hombre con un micrófono reportaba algo desde un pequeño pueblo. Hablaba de extrañas criaturas que habían arrasado con todos los habitantes de la villa que en esos momentos recorría; las calles abandonadas, silenciosas y cubiertas por esporádicos objetos de la vida cotidiana (zapatos, algunas bicicletas, y sobre todo, palos y cuchillos de cocina que sin duda habían sido usados como armas) parecían ser el epílogo de una batalla cruenta.
El reportero anunció que tenían un video: “tomado, sin lugar a dudas por alguna de las víctimas” rezaba el corresponsal. Pidió discreción y a los padres les suplicó que alejaran a sus niños del televisor; las imágenes podrían resultar impactantes.
En el video alguien gritaba al fondo mientras la cámara se tambaleaba ferozmente haciendo imposible ver algo más que figuras borrosas y formas no definidas. Cuando por fin hubo estabilidad, la corta escena que se logró capturar, congeló el aliento del sello.
Un hombre corría colina arriba, por entre pequeñas casa rústicas y tropezando con cuerpos inmóviles en el empedrado piso. Miraba constantemente hacia atrás, aterrorizado, con la expresión facial desencajada y sin darse tiempo siquiera de gritar.
Lo siguiente pasó tan rápido que tuvieron que repetir el momento en cámara lenta; a simple vista, había sido como si una sombra hubiese opacado al hombre para después desaparecerlo del cuadro visual; pero, más a detalle, no hubo ninguna duda para los habitantes de la madriguera, de qué es lo que había sucedido.
Esa sombra, del tamaño de un rinoceronte, saltaba ágilmente apareciendo de la nada, sobre la espalda del desamparado sujeto. Lo derribaba como si fuera de papel, lo atrapaba entre sus enormes fauces y de un salto ambos desaparecían en los techos de las casa de adobe.
La criatura era negra, de piel escamosa, irregular, con salientes y picos filosos por toda su anatomía; unos ojos amarillentos carentes de vida.
Un Parac-to.
El video terminaba con el “camarógrafo” gritando algo; era la voz de un niño llamando a su padre.
La imagen volvió al reportero, quien, después de explicar que no se había encontrado ninguno de los cuerpos que se lograban apreciar en el video aficionado, trató de darle explicaciones al asunto pero por supuesto, dando un cierto tono de alarma que sin duda vendería mejor la noticia. Entre sus conclusiones había dejado escapar la frase: “algo fuera de este mundo” y David sintió nauseas al escuchar lo cerca que había estado el periodista, sin siquiera quererlo.
La nota terminaba recordando las coincidentes desapariciones de algunas personas en la misma metrópoli de “Oppidum Lux” y se preguntaba el corresponsal, si de alguna forma, podían estos acontecimientos, estar conectados.
Henry apagó el televisor. Hubo un silencio que a David le pareció literalmente pesado.
-Y lo están –anunció Henry-. Gracias al espejo de Nicanos, logramos identificar los puntos exactos de las aberturas en nuestro mundo; una de ellas está en Oppidum Lux.
-¿Tenemos la posición de todas ellas? –preguntó Tessa, ansiosa y descorazonada-.
-Sí, de todas –confirmó Rita.
-Bien –dijo Rafael, con un tono tan tranquilo, que al principio desestabilizó al resto- lo importante ahora es saber en qué parte de Parac-do se hizo la conexión, así sabremos a lo que nos enfrentamos.
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Focus Lumen 2: Los herederos de Escanón.
Novela JuvenilDavid ha tenido sueños muy extraños, tanto, que su mente ya no sabe distinguirlos de la realidad. En otro mundo, muy lejano, una guerra entre dos dimensiones pone en peligro la existencia que con tanto trabajo, los humanos han logrado establecer. El...