Capítulo 18

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Camila estuvo en todas sus horas pensando a donde la llevaría la ojiverde; estaba segura que primero irían a almorzar ya que hoy sus clases terminaban al medio día por una charla que iban a tener los profesores, después podrían ir a pasear a algún lugar pero no sabía a donde podría ser, nada le venía a la mente y se estaba volviendo loca por saber. Ya faltaba solo una hora para salir y ninguna idea le pasaba por la cabeza, no dudaba que Lauren la trataría como una princesa y eso le encantaba. Le había mandado varios mensajes a la ojiverde para preguntarle a donde irían pero todos ellos eran respondidos con preguntas o comentarios aleatorios para distraerla, ella solo rodó los ojos y se rindió pegando la cabeza en la mesa; Dinah que llevaba rato mirándola, se rió para luego preguntarle que le sucedía.

-Lolo me llevara a una cita.- Contestó con una sonrisa gigante. –Pero no me quiere decir a donde me llevará y me estoy volviendo loca.- La polinesia se rió negando con la cabeza.

-Chancho cálmate, estoy segura que la pasaran muy bien.- Le guiñó un ojo a su amiga que no paraba de sonreír. –Y si necesitas la habitación, me avisas.- Le movió sus cejas y soltó una carcajada al ver como la castaña se teñía de rojo.

-¡Idiota!- Le pegó en el hombro para luego ser regañada por hacer mucho ruido, Dinah se aguantó la risa y la castaña le sacó el dedo del medio. –Me caes mal.

-Sabes que me amas.- Le lanzó besos a los que Camila rodó sus ojos sonriendo.

Faltaban diez minutos para salir y la castaña estaba poniendo atención a lo que decía el profesor hasta que sintió como su celular vibraba en su bolsillo, lo sacó sin quitarle la mirada a la pizarra y cuando bajó la vista sonrió por el nombre que estaba en la pantalla. Lauren le había mandado un mensaje y ella no aguantó ni dos segundos para abrirlo.

-Te busco en tu habitación en cuarenta minutos, linda. Ponte algo cómodo para salir.- Esto fue acompañado por unos besos y un emoji con la lengua afuera. Camila se rió bajo antes de responder.

-Lolo dime a donde vamos, sino no me pondré nada.- Puso un emoji con una lágrima y esperó a que respondiera.

-Me encantaría llegar y encontrarte sin nada, pero creo que no podría resistirme y no terminaríamos saliendo a ninguna parte, nena.- Había un guiño y eso hizo que rodara los ojos por lo coqueta que era. –Además no creo que quieras que me vuelva loca otra vez.- Se mordió el labio pensando en todo lo que la ojiverde le haría y le respondió seductora.

-No tienes ni idea de cuanto lo quiero.

-¡Camila, deja de provocarme!- Se rió y su atención fue hacia su amiga que la veía divertida, la polinesia le avisó que ya había terminado la clase y antes de pararse para ir a su cuarto le respondió.

-Ay Jauregui... Lo que te espera cuando regresemos.- Recogió todas sus cosas rápido para ir a su habitación y poderse arreglar con tiempo.

Llegó al cuarto y fue a su armario para comenzar a lanzar ropa, Lauren le había dicho que se pusiera algo cómodo por lo que eligió unos jeans a la cintura que tenían unos huecos en las rodillas, consiguió un top manga larga amarillo con blanco y se lo puso. Por último, quiso agregarle un toque sensual y se colocó unos tacones negros que dejaban ver sus pies, no eran tan molestos como lo parecían y seguro que se veía hermosa. Sonrió al verse al espejo para luego maquillarse un poco, solo se puso delineador junto con el rímel y se pintó los labios de color rojo pero uno muy tenue.

Mientras se terminaba de planchar el pelo, escuchó como tocaban la puerta por lo que se dio unos últimos toques y la abrió con una sonrisa seductora. Casi se le cae la mandíbula al ver cómo iba vestida la ojiverde, se veía ruda y muy sexy, el color negro en serio le quedaba de maravilla. Traía unos jeans negros y una camisa de una banda de rock, junto a esto tenía su chaqueta de cuero negra y unos botines negros militar, a todo ese look se le agregaban los lentes aviadores que por sorpresa, también eran negros. No podía dejar de verla de pies a cabeza y al parecer no era solo ella quien lo hacía, cuando Lauren terminó de detallarla le sonrió para luego quitarse los lentes y guiñarle un ojo.

Dejándose LlevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora