Capítulo 22

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-¡Uhm...! ¡Camz...!- Gimió la ojiverde bajo el cuerpo de Camila, quien con gran habilidad tenía a la mayor pidiendo por más. –Deja de burlarte... ¡Mierda!- Gritó al por fin sentir como la castaña metía dos dedos en su entrada.

-Has hecho mal en tenerme toda la noche celosa, Jauregui.- Dijo en tono ronco y bajo mientras volvía a sacar sus dedos de la entrada de Lauren para dirigir su mano al pecho derecho de ésta.

-No es mi culpa.- Gruñó la mayor un poco desesperada por ser privada de un orgasmo por tercera vez.

Desde que habían llegado a la habitación de la castaña porque la de la ojiverde se encontraba con llave doble; una señal que siempre dejaba la latina para que su amiga no pasara en plena acción al cuarto. Camila había tomado el mando de los besos haciendo que la ojiverde se entregara sin ningún cuestionamiento, lo que no se esperaba es que después de estar desnudas y tocándose mutuamente por más de una hora, la castaña no dejara que ella llegara a su bendito orgasmo. Se sentía frustrada y tensa por las veces que casi llega a su paraíso, siendo luego tirada de su nube ya que la menor la dejaba de tocar rápidamente y pasaba a besarle el cuello o tocarle los pechos.

Camila se estaba burlando solo un poco de Lauren, no había sido justo que luego de lo ocurrido con Keana, varias chicas se le acercaran a la ojiverde mientras las dos estaban bailando. Eso era lo que más le molestaba, que por más de que se notaba que ella estaba junto a la mayor, las chicas no la tomaban en cuenta e iban directo a putearse en frente de la ojiverde, ella claro está que como toda una coqueta solo les dedicaba algunas sonrisas o unos guiños antes de decirles que se encontraba con su novia. Por eso mismo quería torturarla antes de dejarla gozar, además que las caras y los gemidos que ponía Lauren la estaban calentando al máximo.

-¡Claro que es tu culpa!- Le dijo retadora mientras le mordía suave el cuello escuchándola jadear, volvió a bajar su mano hacia el centro de su novia para retomar los movimientos rápidos que ejercía en su clítoris. -¿O es que tu quisieras ver como varios chicos vinieran a coquetearme y yo solo les guiñara un ojo antes de lanzarles un beso?- Preguntó celosa por las imágenes de esas perras comiéndose con la mirada a la ojiverde.

De un momento a otro se encontraba bajo el cuerpo de la mayor, abriendo los ojos sorprendida y luego mordiéndose el labio para retener el gemido que quiso salir al sentir como la penetraba con tres dedos. Estaba con las piernas abiertas y enrolladas en los costados de Lauren ya que antes de que la girara estaba encima de su abdomen a horcajadas, se sentía totalmente expuesta a la ojiverde y ahora mucho más porque ya no tenía el control de los sucesos. La mayor sin dejar de penetrarla férvidamente, bajó su cara hacia el hombro de la castaña para chuparlo con fuerza y luego raspando la marca con sus dientes, sintiendo como la menor se retorcía por sus incesantes movimientos y escuchando sus gritos de placer, siguió su camino hasta el oído de ella.

-No dejaré que nadie se te acerque, eres solo mía.- Susurró entre dientes con un tono entre excitado y molesto al imaginarse a su novia siendo el centro de atención de muchos universitarios hormonales. –Solo yo puedo mirarte... Y solo yo puedo recibir tus coqueteos. – Lamió el lóbulo de Camila haciéndola estremecerse y agarrarse con fuerza en sus hombros.- Quiero escucharte decirlo, Camz.- Adentró profundamente sus dedos llegando al punto G de su novia, sonrió diabólicamente al sentirlo y lo presionó consiguiendo que la menor temblara sin dejar de gemir su nombre.

-¡Dios Lauren, sigue...!- Con su mano derecha se tapó la cara, se sentía perdida en todo el placer que le estaba proporcionando la mayor en su cuerpo.

-Di que eres solo mía, muñeca.- Susurró dulce en el oído de la castaña pero sin bajar la velocidad y dureza de sus movimientos.

-Soy... Soy solo tuya... ¡Lau!- Dijo entrecortada por los gemidos que soltaba involuntariamente, sintiendo como su cuerpo se tensaba y sus piernas empezaban a temblar, bajó su mano izquierda para sostener la mano de la ojiverde que tenía en su centro. –Por favor... Lolo, hazme llegar...- Suplicó sin aire.

Dejándose LlevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora