Epílogo

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Diez años después.

-Amor, despierta...- Escuchó un suave susurro y se tapó con las sábanas. –Tienes que levantarte, muñeca.- Ahogó una risa al escuchar el suave gemido de protesta de la castaña. –Vamos, Camz.- Se acostó a su lado y bajó las sábanas del cuerpo de la menor. Llevó sus labios al hombro de ella y besó dulcemente, subió a su cuello y dejó otro beso ahí. Sonrió al suspiro que soltó su castaña y siguió con el camino de besos hasta su comisura. –Te preparé el desayuno, amor.- Entrecerró sus ojos al verla abrir los suyos con energía.

-¿Hiciste pancakes?- Preguntó al oler el dulce aroma y ver el plato en la mesa de noche. Lauren gruñó llamando su atención. -¿Qué sucede, cariño?- Sonrió inocente y se mordió el labio inferior, sabiendo que tenía a su ojiverde comiendo de la palma de su mano.

-No es justo, Camz. Te despierto con susurros y besos, pero solo abres los ojos cuando te digo que hay comida.- Camila casi se ríe al escuchar a la mayor quejarse como si tuviera cinco años, hacía hasta pucheros. –Después solo me miras...- Pestañeó sonriéndole dulcemente. –Así como lo estás haciendo ahora y yo no me puedo quejar porque me llamas cariño y te ves tan adorable recién despertada... Joder, hasta me haces divagar. Te odio.- Finalizó cruzándose de brazos con su ceño fruncido. La castaña no resistió más y soltó una suave risa, acercándosele y sentándose a horcajadas sobre ella.

-Te amo más, cariño.- Escuchó el gruñido nuevamente pero éste se disipó cuando llevó sus labios al cuello de la mayor. –No sabes lo mucho que lo hago y cuanto amo que me despiertes a besos. Mucho más cuando me traes el desayuno a la cama y te tiras a mi lado a mimarme.- Susurró con sus labios rozando el oído de la ojiverde, consiguiendo que ésta pusiera las manos en su cadera y dejara suaves caricias ahí. –No pude haberme conseguido una mejor esposa.- Agregó despegándose un poco del cuerpo de Lauren para mirarla a los ojos y sonreírle, recibiendo lo mismo de su parte.

-Eres hermosa, ¿sabías?- Comentó subiendo su mano derecha por todo el costado de la castaña para dejarla en su cuello y acercar sus labios a los de ella.

-De hecho, si lo sabía. Así que tu cumplido no hará que te bese ahora.- Lauren bufó al sentir la ausencia del cuerpo tibio de su esposa y fue a abrir la boca para quejarse siendo rápidamente callada. –Solo tienes que esperar cinco minutos, cariño. Sabes que no me gusta estar con aliento matutino.- Dijo apoyada en la puerta del baño tan solo con las bragas puestas, al notar la mirada en su cuerpo se giró dándole la espalda y se las quitó lentamente. La ojiverde tuvo que cerrar la boca al encontrarse con el gran culo de la castaña y se maldijo sabiendo que ella se estaba mordiendo el labio, provocándola. -Cinco... Cuatro... Tres... Dos... Uno...- La escuchó susurrar para luego cerrar la puerta del baño justamente cuando se abría la del cuarto.

-¡Mamá!- Gritó el pequeño corriendo a la cama para después lanzarse sobre su cuerpo. -¿Por qué le haces el desayuno a mami pero a mí no?- Preguntó con un puchero adorable. Lauren se rió por lo bien sincronizada que estaba la menor con su hijo y lo tomó en brazos para abrazarlo fuertemente.

-Porque usted, señorito. Debía estar todavía dormidito en su cama.- Dijo al darle con el dedo índice en su nariz pequeña, haciendo que él se riera.

-Pero mamá, haces mucho ruido cuando estás en la cocina.- Reprochó el ojiverde consiguiendo que la castaña saliera del baño vestida con una pijama larga por el frío, mientras reía alto. -¡Mami!- Gritó saltando de la cama para brincar a los brazos de Camila.

-Si se puede saber, ¿de qué se ríe la señorita seductora?- Preguntó con los ojos entrecerrados provocando nueva risa en su esposa, quien le sacó la lengua siendo copiada por el pequeño.

-De nada, ¿verdad, amor?- Le preguntó a su hijo con una sonrisa.

-Mami piensa que eres muy ruidosa.- Contestó el ojiverde tapándose la boca para no reír. Lauren arqueó su ceja mirando a la castaña, quien se sentía traicionada por su bebé.

Dejándose LlevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora