Capítulo 33

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-Deja de retrasarte, Lo.- Escuchó su ronca risa detrás y negó con la cabeza. –Se lo que estás mirando y deberías estar más pendiente de que nos harás llegar tarde a clases.- Lauren se quejó y se colocó a su lado con un puchero que la hizo sonreír.

-Pero no es mi culpa que tu culo me llame, Camz.- Dijo con voz de niña pequeña mientras su mirada volvía a viajar a dicho lugar.

-¡Lauren!- La reprochó al sentir una suave palmada y se detuvo a limpiarse el sudor de la frente. –Si sigues así se me olvidará tu recompensa.- Carcajeó al ver los ojos de plato que puso su novia.

-Pero si he estado muriendo estos cuatro días, Camz.- Murmuró con un puchero y la detalló de pies a cabeza, sonriendo pícara. –Además mírate, si te la pasas con esas licras y el top, no me ayudas en nada.- La castaña se rió y retomó el trote hacia los dormitorios. Lauren por más que amara los días que le tocaba trotar con su novia en las mañanas gracias a que la podía ver sudada y con ese conjunto deportivo que le quedaba ceñido a sus curvas, también los odiaba por la sencilla razón que la dejaba con la cabeza llena de imágenes que tendría que quitar con una ducha muy fría al llegar a su cuarto.

-Solo aguanta un día más y me tendrás en tu cama.- Camila le susurró sobre los labios al llegar a la puerta de su habitación, dejándola con la boca abierta. –Nos vemos en un rato, Lo.- Agregó inocente con una sonrisa dulce antes de besarla y cerrar la puerta.

-Creo que me he conseguido a un hermoso ángel caído. Bella y delicada como un ángel pero ardiente y seductora como un demonio.- Le dijo a Vero al pasar por su puerta con una cara de ensoñación. La latina se rió.

-No te compadezco para nada, querida amiga. Menos mal que yo me conseguí una también.- Le guiñó un ojo y la ojiverde le sonrió.

-Gracias Dios.

-Y a ti, Lucifer.- Las dos rieron al comentario de Vero.

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-Iré a buscar a Camz.- Anunció para la latina quien asintió y se adelantó a la cafetería para el almuerzo.

De camino a su salón la saludaron varias chicas que no conocía pero igual les regresó el saludo. Cuando llegó se recostó de la puerta fijándose en la castaña, ésta le sonrió con la lengua entre los dientes y se dirigió hacia ella. La ojiverde también con una sonrisa en sus labios notó como su novia se tropezaba a centímetros de ella y se acercó para sostenerla en sus brazos para que no se pegara contra el piso. Camila se sonrojó por su torpeza mientras la mayor soltaba una suave risa que fue opacada por la carcajada de alguien a su lado.

-Ya te estabas tardando, Chancho.- Comentó la polinesia entre risas las cuales contagiaron a la ojiverde. La menor frunció el ceño y miró a su novia todavía con los brazos de ella en su cadera.

-¿Qué?- Preguntó por los ojos entrecerrados que la miraban fijamente. –Ella tiene un punto... Diariamente tengo que cuidar que no te caigas más de tres veces.- Dinah se rió aún más a su lado y la castaña se alejó de la ojiverde con los brazos cruzados.

-Eso no es cierto.- Contestó con el ceño fruncido pero se le notaba el sonrojo en las mejillas, lo que hizo a la ojiverde sonreír por lo adorable que se veía así. –Deja de burlarte, Jauregui.- Le pegó en el hombro sin hacer ningún daño y jadeó cuando la mayor la sostuvo por el brazo y la atrajo a su pecho.

-Amor, deja de quejarte y vamos a comer.- Susurró en su oído y le dejó un beso en su mejilla que se encontraba más roja de lo normal. Camila quien se había dado cuenta del sobre nombre cariñoso, se giró para encararla y la miró con una sonrisa débil.

-¿Cómo me dijiste?- Para ese momento la polinesia las había dejado solas y Lauren se maldijo al notar lo que había dicho. Le dio miedo haberlo soltado muy apresurado y se hizo la desentendida. Abrazó más a su cuerpo a la menor para que no la viera a los ojos.

Dejándose LlevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora