Princesa || h.s

•22•

—¿Por qué me sucede esto a mi? —me preguntó resignada, tirándose desplomada al sillón de la sala—. ¿Por qué a mi?

—Creí que estabas en algo con el chico que te había comprado rosas —dije sentándome a su lado mientras la luz se apagaba, ya que habían conseguido arreglar el problema que se había causado y la música volvía a estar igual de fuerte que antes.

—Era un idiota —dijo restando importancia al asunto—. Mira como bailan.

Miraba a la pareja que estaban en el medio del salón bailando al ritmo de la música.

—Que raro. —Observé a la pareja—. Nata... —Ella volteó a verme—. ¿Bailaste con Miles?

—No... Bueno, estuvimos juntos un rato, pero no bailamos. —Negó—. Lo perdí de vista luego. ¿Por qué?

—Por nada. —Negué.

Volví a mirar a la pareja. Zayn bailaba muy felizmente con una chica que no reconocí. Observé a Nata que estaba apunto de desplomarse aún más sobre el sillón.

Me apené que haya querido arreglarse tanto para Zayn y que él estuviera bailando con otra mujer.

Recordé que él había decidido entrar cuando dije que Miles estaba con Nata, ¿Qué estaba sucediendo?

Miré a Harry que ya se había bajado de la mesa y caminaba fuera de la habitación. No sabía qué hacer en ese momento, sí decirle a Nata que el moreno estaba intentando darle celos o ir a hablar con Harry antes de que vuelva a desaparecer y no encontrarlo nunca más.

Me levanté del sillón. Nata comenzó a llamarme, pero no le presté atención.

Caminé hasta el medio del salón, acercándome a Zayn quien estaba siendo abrazado por la mujer. Le toqué el hombro y él me miró sonriente.

—¿Todo bien?

El moreno se separó un poco de la chica para poder mirarme mejor. La pelinegra me miró de malagana.

—Te lo robaré un segundo. —Le sonreí a la joven. Zayn me acompañó unos pasos más lejos—. ¿Eres estúpido?

—Eh, cálmate —intentó tranquilizarme—. ¿Qué hice mal?

—Todo —dije arrepintiéndome de mi vocabulario anterior—. Zayn, creí que habías entrado para buscar a Nata. 

—Lo hice, pero estaba con Miles —dijo de mala forma.

—Deja de intentar darle celos con aquella mujer y ve a pedirle para bailar. —Indiqué donde Nata estaba sentada—. No seas... —Busqué algún adjetivo que no sea hiriente o desagradable—. Necio. 

—¿Cómo sabes qué quería darle celos?

—Porque mientras bailas con esa chica no apartas la mirada de Nata —dije obvia—. No te va a rechazar, en serio.

Le acaricié el hombro dándole ánimos.

Pensaba quedarme allí y ver cómo seguía el asunto, pero recordé a Harry. Comencé a caminar hacia donde él se había ido la última vez que lo había visto.

Intenté pasar rápidamente entre la multitud con disculpas y algunos insultos.

Una vez había llegado a la puerta, la abrí. Era la cocina. Me asomé y lo vi a Harry recorriendo con su mirada la heladera.

—¿Con hambre? —pregunté.

Harry se dio la vuelta sorprendido, pero al verme una sonrisa se formó en sus labios. 

—Un poco. —Se notaba que había tomado. Dudaba cuando hablaba y arrastraba las palabras—. ¿Pero sabes qué? —Negué—. Ya no tengo hambre.