•23•

1.5K 69 15
                                    

Me levanté aquella mañana más temprano de lo habitual. Había decidido armarle un desayuno a los niños y luego iríamos a dar unas vueltas por la ciudad.

Emilse y Mattew iban a quedarse a vivir en la casa un tiempo hasta que tuvieran el dinero suficiente para comprarse su propia vivienda. Claramente ambos dejarían la universidad aunque a Javier y Margot no le gustara la idea. La barriga de Emilse iba creciendo de a poco y era muy bonito de ver. 

Erick y Rebbeca se habían ido hacía unos días así que no había tenido mucho tiempo para despedirme de Juliet.

—Bueno, está todo listo —dije al observar la mesa que había preparado. Había cereales como los que le gustaban a Dorian y fruta de todo tipo para Molly. Había preparado pan tostado con mermelada, mantequilla, y por supuesto, chocolatada—. ¿Les gustará? —le pregunté a Margot quien me había ayudado en la preparación.

—Les encantará. —Sonrió satisfecha de su trabajo—. Ahí llegaron —dijo saliendo hacia el salón para poder abrir la puerta y hacer pasar a la familia—. ¡Bienvenidos!

—Hola, abuela. —Se escuchó la dulce voz de Molly—. ¿Ariane? 

—En la cocina. 

Esperé a que Molly apareciera, un tanto nerviosa. Al verme corrió hacia mi con sus brazos levantados.

—Hola, Molly. —Le alcé en mis brazos—. ¿Cómo estás?

—Mal.

—¿Por qué? —pregunté preocupada.

Molly no era de estar mal nunca. Siempre traía una sonrisa en sus labios. Era una niña muy feliz.

—Porque hoy nos vamos. —Colocó su cabeza en mi hombro—. Y no quiero hacerlo.

—Por eso les haré pasar el mejor día de su vida. 

Dorian apareció por la puerta sonriente. Junto a la familia hicieron pasar un frío helado cuando entraron por la puerta que había sido opacado rápidamente por la calefacción de la casa.

—Hola —saludó el pequeño. Dejé a Molly con los pies en la tierra nuevamente y revolví el cabello de Dorian—. ¿Y todo esto? —preguntó mientras miraba la mesa.

—Es la primera parte. —Sonreí dulcemente—. Lo mejor es cuando terminen de desayunar.

Los niños se abalanzaron a la mesa con un hambre feroz. Estuvimos riendo y contando historias. Comparaba sus travesuras con las mías y sin dudas las suyas eran mucho más divertidas. Me dijeron lo mucho que querían quedarse, pero que extrañaban a sus compañeros de escuela. Intentaron sacarme información sobre lo que haríamos ese día, pero me negaba completamente a contestarles.

—¿Cuándo llega Harry? —preguntó Dorian mientras se hacía un bigote de chocolate.

—Sí, ya estamos terminando el desayuno. —Mordí mi labio inferior. ¿Cómo les decía que Harry no iría con nosotros? Las miradas inocentes de los niños me ponían nerviosa. Pensé mentalmente qué diría—. ¿Todo bien? —preguntó Molly.

—Niños... 

Margot apareció por la puerta de la cocina con algunos papeles en las manos, pero al vernos, quedó silenciada al instante.

—Abuela, Ariane quedó petrificada.

—Sí, como en Harry Potter, pero por otro Harry... 

Margot me miró extrañada. Me había quedado completamente estática recordando la noche anterior. Era algo que sucedía siempre que los nervios me ganaban y estaba comenzando a estresarme.

Princesa || h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora