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 n/a: Si quieren hacer este capítulo más emocional pongan alguna canción triste, se los recomiendo...

 —Su padre se llamaba Harold y ella lo quería como a nadie más en este mundo.

Harry comenzó a hablar mientras yo miraba sus labios moverse. Eran rosados y siempre estaban húmedos. Tenía su cabello tirado para atrás, dejando su frente al descubierto. Sus manos se encontraban entrelazadas sobre su estómago, haciendo que subieran y bajaran gracias a su respiración. Los ojos verdes me miraban expectantes.

 —¿Qué se siente tener un padre? —pregunté inocentemente.

Yo tenía un padre, sí, pero sabía que eso no era ser un padre. Ser rey es una tarea difícil y él nunca tenía tiempo para mi, y hasta en mis diecisiete años sigue sin tenerlo. 

 —Para cada uno es una sensación diferente. A algunos no lo soportan, a otros les parece la persona más maravillosa del mundo... otros no lo conocen —dijo lo último refiriéndose a mi—. Mi abuelo fue asesinado porque tenía unas cuentas pendientes y no las pagó en el tiempo justo.—Los ojos de Harry se cristalizaron—. Mi madre sufrió demasiado y llegó hasta drogarse.

—Harry, si no quieres contarme... 

—Mery me contó que cuando se enteró que estaba embarazada había decidido dejar de meterse mierdas en el cuerpo, me llamó Harold como su padre y estuvo limpia hasta que cumplí tres años. Tuvo una recaída —dijo en un susurro—. A mis cinco años mi padre obligaba a mi madre a comer porque ella no se alimentaba —siguió con su historia. Su voz se escuchaba entrecortada a momentos—. En la noche yo tenía que acompañarla a dormir porque tenía pesadillas. El hijo se había convertido en padre.

El silencio que se producía cuando él dejaba de hablar era atroz. Todos mis sentidos estaban puestos en Harry.

—Ella logró recuperarse cuando yo cumplía los ocho años de edad. Me repetía mil veces que yo me merecía una madre mejor, una madre que realmente cuidara de su hijo.

Sacó su vista de mis ojos y miró hacia las estrellas que había colocado en el techo. 

—¿Qué sucedió luego?

—Desapareció un año entero. Todos creíamos que ella había muerto o algo horrible le había pasado.

—Dios, Harry... eso es horrible.

Acerqué mi mano a su rostro para acariciarlo. Él intentó sonreír, pero sólo le salió una mueca.

—Apareció para mi cumpleaños número nueve con una sonrisa en su rostro. Parecía que estaba iluminada. —Sonrió ahora sí. Su mirada estaba fija en el techo, pero él no miraba nada—. La veía tan radiante, que todo el enojo que debía tener, no estaba.

—¿La perdonaste?

—Como si ese año entero no hubiera existido, porque ella estaba bien y sana... Y estaba conmigo. —Mordió su labio inferior para reprimir un sollozo—. Al año siguiente le diagnosticaron Alzheimer. Tenía cuarenta años.

—¿Tan joven?

Harry asintió y yo ya estaba soltando algunas lágrimas. El pobre muchacho y su madre habían pasado por todo lo horrible.

—Es genético y mi abuelo lo tenía aunque aún no era muy grave. —Suspiró—. Comenzaba a olvidarse qué estaba haciendo o que decía. Papá le costó perdonarla, pero la amaba demasiado, tanto como yo. Él debía cuidarla.

—¿Cómo te sentías con eso? —pregunté intentando sonar tranquila aunque sabía que no estaba teniendo mucho resultado.

Lo último que quería era que él me tranquilizara a mi.

Princesa || h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora