Tania cerró su netbook con furia. Se encontraba recostada en el sofá de la casa de su novio, buscando salones en dónde festejar la fiesta sorpresa que le preparaba a Billy. Sin embargo, nada se ajustaba al presupuesto que tenía en ese momento, ¿desde cuándo el mundo se había vuelto tan caro? Y no quería pedir ayuda, aunque sabía que todos cooperarían de buena manera, porque quería que fuese su regalo especial para él. Quería demostrarle cuánto le importaba. Así que ese mes tendría que hacer un pequeño esfuerzo...
Mientras terminaba sus estudios como profesora de física, trabajaba como profesora de arte en una escuela primaria. No era un gran trabajo ni pagaban mucho, pero por lo menos lo hacía con una de las cosas que tanto amaba. Además de los números, obviamente. Y por supuesto, el curso de fotografía que también estaba costeando. No... era mucho y empezaba a considerar la idea de la ayuda. No sólo se trataba del salón, ¿la comida, la música, los parlantes, las bebidas? Y el disfraz. Ya que había decidido que sería una fiesta de disfraces.
—Cariño, estoy de vuelta —anunció Billy.
El castaño se había ido a comprar cosas dulces que a su novia se le habían antojado. Tania se bajó del sofá y fue a recibirle las cosas.
—Oye, te dije que no hacía falta.
—Ni hablar, nena. Tus deseos son órdenes —Billy sonrió antes de dejar un corto beso en sus labios.
Ella soltó una carcajada antes de acompañarlo a la mesada de la cocina para dejar todo allí.
—¿Y bien? ¿Pensaste en lo que hablamos el otro día? —preguntó Tania.
La semana pasada habían cenado con la familia de Billy y su madre le habló sobre la idea de hacer una fiesta pero el la interrumpió de inmediato, alegando que no quería nada ese año, que quizá haría una juntada con los chicos y ya.
Tania pensó que aquello complicaba un poco sus planes ya que si la fiesta se hacía, quizá él no lo tomara de buena manera. Así que se propuso intentar convencerlo.
—¿Qué cosa? ¿Acerca de mi cumpleaños? —Respondió él mientras sacaba de las bolsas lo que había comprado—. Ya te lo dije, Tan, no quiero este año.
—¿Y por qué no? ¡Es el primero de tu cumpleaños que pasamos juntos! Quería festejarlo de alguna manera especial contigo —contestó ella, sentada en la mesada.
—Lo sé, cariño, y lo aprecio. Pero, justamente, habrá muchos más —Billy le guiñó un ojo.
—Pero aún así, debería ser motivo de fiesta. Además nunca me mencionaste en tus planes, sólo dijiste que estarías con tus amigos —Tania le dedicó una mirada significativa.
—Eso es porque no puedo mencionar ante mi madre lo que haré contigo después —dijo Billy mientras se acercaba a ella y una sonrisa peligrosa comenzaba a tomar forma en su rostro.
—¡Idiota! —Riendo, ella golpeó su hombro pero aún así no lo detuvo.
—¿Qué? ¿Acaso no es cierto? —Billy giró su banquito para colocarla frente a él y dejó posar sus manos en las caderas de su novia.
—Nunca dije eso... —respondió Tania.
No podía quitarle los ojos de encima y él no hacía más que acercar sus rostros más y más. Hasta que la besó. Billy atrapó los labios de su novia entre los suyos y no quiso soltarlos más, ninguno de los dos podía pensar en otra cosa que no fuese el otro. Se dejaron llevar por las sensaciones y de un segundo a otro, Tania se encontraba en los brazos de Billy en dirección a su habitación.
***
—¿Escuchaste, amigo? Tania le hará una fiesta sorpresa a Billy —mencionó Dylan.
Él y Leo se encontraban en la casa del castaño. Mientras miraban el partido de baseball y tomaban una lata de cerveza en el sofá, ambos se habían dispuesto a discutir cómo sería el primer movimiento del admirador secreto de Lauren.
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Los amigos no mienten ©
Romance[GANADORA DE LOS WATTYS 2017 CATEGORÍA INNOVADORES] [GANADORA DEL PRIMER LUGAR DE LOS LOST WORDS AWARDS CATEGORÍA ROMANCE] De la amistad al amor, hay un solo paso. O al menos eso le pasó a Lauren Ross, una profesora sustituta de música que está perd...