23: Plan de rescate.

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—¡No vas a pisar ese lugar sólo!

Luego de la llamada del raptor de Lauren, a Leo no le quedó otra que contarles a sus amigos la única manera de salvar a su amiga, pero en cuanto mencionó la idea todos se pusieron a gritarle uno por encima del otro.

—No pretendas hacerte el héroe, Leo, ¡no puedes morir porque ese lunático te lo diga! –exclamó Victoria.

—¿Se te ocurre otra idea, genia? –le contestó de mala manera.

-Oye, cálmate, compañero –le dijo Mateo, alzando una mano—. Calmémonos todos, hay que pensar qué diablos haremos. —Leo se dirigió al castaño—. No puedes pretender que nos sentemos a ver cómo caminas hacía la muerte.

—Tampoco sabemos si realmente liberará a Lauren... —susurró Ashley para después refugiarse en los brazos de su novio.

Leo suspiró y se sentó en el sofá de la rubia. Le estallaba la cabeza y no tenía idea de qué hacer en este lío que se habían metido.

—No entiendo, ¿por qué ese hombre te quiere muerto? —preguntó Dylan. Leo alzó su cabeza.

—Pondría las manos al fuego de que todo esto tiene que ver con Derek –miró a Victoria—. Tenías razón.

—¿Cómo haremos entonces? –Preguntó Tania—. Ya no hace falta que vayamos a lo de Derek, ahí no la tiene.

—Veamos... —Ashley comenzó a caminar de un lado a otro—. Debes presentarte sólo o pondrás en peligro a Lauren, pero no dijo nada de ir con algún tipo de arma –la chica sonrió victoriosa ante su deducción.

—¡No sólo eso! Podrías llevar tu teléfono –aporto Dylan.

—¿De qué serviría eso?

—Pues, si tiene el GPS activado será muy fácil rastrearlo a donde lo lleven. Entonces, cuando estés en el lugar con Lauren podremos llegar con la policía.

Leo esbozó una sonrisa ante las ocurrencias de sus amigos y se sintió agradecido de haberles dicho, sabía que juntos podían hacer mucho más por Lauren.

—¡Fantástico, chicos! Realmente son unos genios.

—Solo una duda, ¿de dónde sacaremos un arma? –inquirió Mateo.

—¡Mierda! ¿Por qué no se me ocurrió antes? –exclamó Billy y todos lo miraron extrañados—. ¿Recuerdan a Sophia, de la secundaria?

Todos asintieron en conjunto. Leo la recordaba bastante bien, se había acostado con ella en su fiesta de cumpleaños y aunque ella intentó tener algo más, él la rechazó y la avergonzó delante de la clase. Fue un verdadero capullo con ella. Hizo una mueca mientras asentía con su cabeza.

—¿Por qué preguntas?

—Ella ahora es policía y podría ayudarnos bastante. No sólo dándole un arma a Leo, sino para encontrar a estos malditos locos que secuestraron a Lauren.

—¡Yo aún tengo su número! –dijo Victoria.

—Excelente, pongámonos en contacto con ella y comencemos a trazar un plan, chicos.

**

Lauren casi olvidaba donde estaba.

Luego de haber mantenido una interesante charla con su secuestrador, este la había sedado. Se despertaba a cada rato y volvía a dormir, le pesaban los párpados y cada vez se sentía más confundida. Veía borrones pasar por aquí y allá, escuchaba voces a su alrededor y pasos, pero nunca podía identificar de dónde venía. No tenía idea de cuánto tiempo había pasado en aquel lugar, aunque sospechaba que no más de uno o dos días a lo sumo.

Los amigos no mienten ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora