La pequeña pero potente explosión la derrumbó al suelo, pero ella en lo único que podía pensar era en su Leo. ¿Estaría bien? ¿Se habría hecho mucho daño? Justo escuchó su voz entre tanto barullo y abrió los ojos para verlo frente a ella. Estaba tan preocupado que le estrujó el corazón a Lauren porque ella sabía cómo se sentía él. Se lanzó a sus brazos y no podría poner en palabras la felicidad que la invadió.
-Nena... no tienes idea de lo preocupado que he estado por ti -escuchó su voz en su oído y no pudo evitar sonreír.
-Ya estamos juntos, ya no me importa nada más -respondió ella. Pretendía besarlo pero justo escuchó otras voces que pensó que nunca volvería a oír.
-¡Lauren! ¡Leo! -sus padres corrían en dirección a ellos.
Aunque le dolió en el alma, se separó de Leo y en lo único que pensó fue en abrazar a sus padres. Los necesitaba desesperadamente, casi tanto como a Leo o mucho más. Se dejó envolver por los brazos de su madre, respirando su aroma a perfume caro, mientras su padre las abrazaba a ambas. No quiso separarse nunca más de ellos.
-Mamá... pensé que no te vería nunca más -sollozó Lauren en su cuello.
-Ya, ya, hija mía. No pensemos más, estas aquí con nosotros -respondió Catelyn mientras acariciaba su cabello.
Lauren levantó la vista y vio a su padre observándolas con lágrimas en los ojos. Edward Ross no era de expresar sus sentimientos pero Lauren podía notar a distancia lo agradecido que estaba de que su familia estuviera junta y bien.
A lo lejos vio al padre de Leo fundido en un abrazo con su hijo y sonrió, todos podrían irse a dormir tranquilos hoy de que nadie corría peligro. Se separó de sus padres para ir en busca de su mejor amigo pero Ashley, Victoria y Tania la atraparon entre sus brazos. Si hubiese sido otra la situación quizá se hubiera molestado, pero la felicidad que la embargaba por verlas y tenerlas con ella una vez más era indescriptible.
-¡Chicas! ¡No se dan una idea de cuánto las extrañé!
-¿Bromeas? -rió Ashley entre sollozos-. Nosotras estábamos locas por verte.
Todas rieron pero sabían que detrás de esas carcajadas se escondía un profundo alivio porque las cuatro estaban reunidas otra vez.
-Gracias por no abandonarme -les dijo Lauren una vez que se dejaron de dar tanto cariño-. Son las mejores personas que conozco.
Tania tomó su mano y la acarició con cariño.
-Eres nuestra mejor amiga, nunca íbamos a parar de buscarte -respondió ella y volvió a abrazarla.
-Esto es grave, Tania me está dejando invadir su espacio personal -comentó en chiste la castaña y soltó una carcajada.
-No te quejes y disfruta que dura poco.
Lauren depositó un beso en la mejilla de su mejor amiga justo antes de que una policía que le sonaba bastante conocida se acercara a ellas. Una corpulenta morena de piel blanca y grandes labios rojos que estaba bastante segura de haber ido a la secundaria con ella.
-¿Lauren? ¿Estás bien?
-¿Sophia? -preguntó con sorpresa luego de identificarla-. ¡Oh, Dios! No sabía que eras policía, muchas gracias por haberme ayudado.
Sophia le regaló una sonrisa antes de acercarse y abrazarla. Lauren ya había perdido la cuenta de cuántos había recibido.
-Me alegra que estés bien. Fueron tus amigos quienes me ubicaron, si supieras todo el plan que organizaron solo por buscarte... Tienes suerte de tenerlos, chica.
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Los amigos no mienten ©
Romance[GANADORA DE LOS WATTYS 2017 CATEGORÍA INNOVADORES] [GANADORA DEL PRIMER LUGAR DE LOS LOST WORDS AWARDS CATEGORÍA ROMANCE] De la amistad al amor, hay un solo paso. O al menos eso le pasó a Lauren Ross, una profesora sustituta de música que está perd...